El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer este viernes los datos definitivos de la inflación durante el mes de marzo. Finalmente, la tasa anual del Índice de Precios de Consumo (IPC) en el tercer mes del año se queda en el 3,3%. En tasa mensual, el IPC subió un 0,4% en marzo en relación al mes anterior. 

Por su parte, la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) bajó una décima en marzo, hasta el 7,5% (frente al 7,6% de febrero), situándose 4,2 puntos por encima del IPC general y en sus valores más altos en más de 40 años. Y más, la brecha entre la Inflación subyacente y la tasa general es la más pronunciada desde agosto de 1986.

Recordemos que para el cálculo de la inflación subyacente se prescinde dentro del IPC de los componentes más volátiles -cuyos precios sufren grandes fluctuaciones debido a conflictos internacionales, malas cosechas, etc.- entre los que se encuentra el índice energético (gasolina, gas, electricidad) y el índice de alimentos no elaborados (frutas, verduras, etc.) Por lo tanto, la inflación subyacente es el indicador que permite identificar con mayor precisión la variabilidad de precios en un corto tiempo. Es decir, que la inflación subyacente se usa para medir la escalada de precios tanto a corto como a medio plazo debido a que los factores transitorios son eliminados. Por otro lado, este tipo de inflación permite medir los resultados de la política monetaria en un país, ya que se excluyen los elementos internacionales. 

Pero la cosa no se queda ahí, porque según el INE, los precios de los alimentos se dispararon en marzo nada menos que un 16,5% en tasa interanual, una auténtica barbaridad que también venden como éxito, porque se ha reducido una décima respecto a febrero, cuanto marco récord desde 1994. En este comportamiento influyó el hecho de que pescado y marisco, leche, queso y huevos y aceites y grasas subieron sus precios menos que en marzo del año pasado. Por contra, los precios de las legumbres y hortalizas y de otros productos alimenticios subieron más que en marzo de 2022.

El Ministerio de Asuntos Económicos ha destacado que la Inflación subyacente bajó en marzo por primera vez desde el pasado mes de septiembre. Ojo, porque bajó una décima, tampoco es para lanzar cohetes. Al tiempo, el Ministerio, convertido en órgano de propaganda, ha resaltado que España se mantiene entre los países con la Inflación "más baja" de la Unión Europea. Claro, hablan de inflación, pero pasan por alto la subyacente y el encarecimiento de los alimentos, que es lo que realmente repercute en el bolsillo de las familias españolas. 

El Departamento que dirige Nadia Calviño ha puesto en valor la moderación en una décima de los precios de los alimentos y el "buen comportamiento" de los precios de la electricidad gracias a la 'excepción ibérica' y de los carburantes. Insistimos, hablamos de una décima de baja en subyacente y precios de alimentos. Suponemos que a esto se refería Calviño con el "motor" de la economía española en 2023