Cinco Días ha informado de que el laboratorio español Grifols trata de reducir su  elevado endeudamiento.

En concreto, la deuda de Grifols se ha disparado hasta superar los 9.300 millones por dos razones fundamentales. La primera, la compra de Biotest, que engordó en 2.000 millones el pasivo. Pero también por el golpe que le dio el auditor KPMG al considerar que la inyección del fondo soberano de Singapur GIC debía considerarse como deuda, un problema que la compañía aseguró en la junta de accionistas que estaba buscando revertir, señala Cinco Días.

Por eso, el laboratorio pretende recabar alrededor de 2.000 millones de euros con los que reducir el elevado endeudamiento.

Entre otras posibilidades, la compañía trabaja en ventas de filiales –como el negocio en China o el área de diagnóstico–, mientras sigue escuchando la opción de dar entrada en el capital de fondos de capital riesgo, una alternativa que desde la empresa se ha visto improbable en el último año al ver su acción lastrada en Bolsa, explica el mismo medio.

Los problemas industriales por la reducción de la obtención de plasma (la materia prima necesaria para sus medicamentos) por la pandemia de Covid-19 y el alza de la deuda por la compra de su rival alemana Biotest ha disparado el apalancamiento, que alcanza 8,6 veces el ebitda. La compañía mantiene el objetivo de rebajarlo a cuatro veces, para lo que confía, primero, en la mejora de los márgenes del negocio en los próximos meses. Pero el mercado no ve suficiente esa alza de la actividad, por lo que la empresa trabaja en activar esas palancas.

De acuerdo al cierre en Bolsa de ayer, con una capitalización de 6.500 millones, este 20% de la compañía está valorado en 1.300 millones. Para alcanzar los 2.000 millones prometidos, Grifols necesitaría que la acción se recuperase un 50%. Ayer subió un 5%, concluye Cinco Días.