El pasado 30 de septiembre, José Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, cumplió 72 años. El pasado viernes, 8 de octubre, la Audiencia Nacional archivaba el caso Villarejo, sección Galán. Curioso, porque la peripecia villarejense del presidente de Iberdrola ha constituido su viva imagen. Hubiese podido acabar mucho antes si no se hubiera dedicado a enfrentarse al juez, algo que no le aconsejaban sus abogados, pero el estilo es el hombre.

Y al final, su criterio ha ganado aunque el proceso se ha dilatado en el tiempo.

En cualquier caso, antes los fondos le presionaban para que repartiera poder y nombrara un Ceo y Galán siempre ha utilizado subterfugios para no obedecerles. Como la empresa marcha bien, él siempre lo manda todo y el que se mueve no sale en la foto: no precisaba Ceos. 

Ahora bien, la presión va en aumento a medida que cumple años. Los accionistas más significativos, por ejemplo Blackrock (5,4%), no tanto Catar (8,7%), insisten en que nombre a su número dos y, ojo, posible sucesor. Pero Iberdrola es una monarquía absoluta donde el Rey se llama Ignacio y, por ahora, ha aguantado las presiones.  

Ahora, con 72 años y sin Ceo, superado el escollo Villarejo, es cuando Galán puede permitirse hacer su propia sucesión. Ya se sabe que esto de las sucesiones, o la haces o te la hacen.  

Los mercados quieren a Pepe Sainz Armada de Ceo pero lo cierto es que Galán no le ve como su sucesor

Iberdrola no sólo tendrá consejero delegado, siempre con presidente ejecutivo, sino que, atención, será una compañía más norteamericana que española. Recuerden la frase favorita de Galán: el próximo presidente de Iberdrola se llamará Smith, será ingeniero... y en España no existe seguridad jurídica. En Europa, muy poquita. El futuro está en EEUU y Brasil.

La demagógica andanada de Pedro Sánchez -"Si no le gusta a Ana Botín y a Ignacio Galán es que vamos bien"- ha servido para que Galán ya ni se preocupe en reñir con Teresa Ribera. Sencillamente el presidente de Iberdrola ignora al Gobierno Sánchez. Lo suyo ahora es Estados Unidos -donde, además cuenta con Avangrid, una empresa cotizada- donde considera que exige más seguridad jurídica, menos cambios y más claridad de ideas. 

En plata: que ahora mismo Galán considera que el Gobierno Sánchez es una capítulo de inútiles y que su agenda debe ser más internacional. En concreto, Estados Unidos, Brasil y algunas oportunidades de negocio en Europa, como Reino Unido y Francia. España ha dejado de ser prioritaria e Iberdrola España representa poco más del 25% de los resultados.

 La tentación del nepotismo: que el hijo de Galán, José Ignacio o su yerno, David Mesonero, se conviertan en Ceo

Vamos con los posibles nombres para Ceo, cambios, que, por cierto, no se van a realizar mañana. Lo empezará ahora pero le quedan tres años para cumplir los 75, frontera que, quisiera atravesar con otro organigrama y con la sucesión ya perfectamente enfocada.

Los mercados preferirían a Pepe Sainz Armada, el director financiero, pero Galán no le ve como sucesor. 

Luego está la tentación del nepotismo: que el hijo de Galán, José Ignacio Sánchez Galán, jefe de Compras Globales o su yerno, David Mesonero, director de Desarrollo Corporativo se convirtieran en primeros ejecutivos. Resultaría demasiado hasta para Galán. 

Otro que suena es el nuevo consejero delegado de la filial norteamericana, Pedro Azagra, pero también este posee perfil financiero. No es ingeniero. 

Y atención a José Antonio Miranda, este sí, ingeniero, Ceo de la filial de eólica terrestre de la propia Avangrid. 

¿Y qué piensa el PNV de todo este proceso de sucesión e internacionalización iniciado por el presidente de Iberdrola? Dede luego, no renuncia a meter a su Ceo, pero ahora mismo no tiene candidato. La internacionalización le preocupa menos. Al menos, mientras Galán -no piensa hacerlo- no traslade su sede a Madrid y mantenga algunas filiales de importancia organizativa y fiscal, como por ejemplo, Distribución, en el País Vasco.

Más candidatos a Ceo: Pedro Azagra y José Antonio Miranda

En cualquier caso, Ignacio Sánchez Galán, ahora sin presiones, aborda su sucesión y se despide de España. Quiere ser una empresa norteamericana, país de cambios lentos, donde la normativa sobre negocios nunca cambia. 

Por cierto, ¿le tiene manía al insultón Sánchez? No, ya ni se preocupa de él. A partir de ahora, las relaciones con el Gobierno las llevará, Mario Ruiz-Tagle, el Ceo de la filial española.

¿Tan importante es el nombramento de Ceo como signo inequívoco de que comienza la sucesión de Galán al frente de Iberdrola? Pues sí, por dos razones:

1.Porque el propio Galán nunca se ha planteado el nombramiento de un verdadero número dos, a pesar de que se lo han reclamado muchas veces, sobre todo los fondos accionistas.

2.Porque, por su propio estilo de mando, autocrático, aunque, repito, eficiente, el mero nombramiento de esa figura implica que, si no mete la pata durante su etapa de ceo, el número dos de Iberdrola terminará por ser el número uno, el sucesor de Galán, cuando este se retire.