Algunos no se quieren enterar: el régimen chino de Xi Jinping no es una democracia. Muy al contrario, es una dictadura comunista que, además, ejerce como tal. Al que discrepa se le elimina de la ecuación, si hace falta, de manera permanente.

Las reticencias y restricciones de EEUU y Europa con Huawei están más que justificadas. ¿Acaso alguien se puede fiar de Xi Jinping? Ni siquiera lo debería hacer José Luis Rodríguez Zapatero quien, muy al contrario, se ha convertido en embajador del gigante chino.

Por cierto, Huawei ha recuperado su liderazgo en China, por delante de Xiaomi, Samsung, Oppo y Apple, gracias a la venta de terminales, a los chips y a su propio sistema operativo, HarmonyOS, que tuvo que poner en marcha tras la prohibición para que utilizara Android.

La situación es más grave de lo que parece. Si Moncloa no rompe con Huawei antes de septiembre, la Casa Blanca dará orden para que la CIA no comparta información sensible con nuestro país, según el ABC, lo que aislaría a España de Occidente. Está en juego la seguridad nacional. Y si alguien piensa que nuestro país lo supliría con información proveniente de Pekín, está muy equivocado. China no comparte nada, utiliza al que se deja utilizar.

Ahora bien, es muy improbable que Moncloa haga caso a las advertencias de EEUU y Bruselas. Sus vínculos con Huawei son muy profundos y los explica muy bien Javi Cabello. La empresa que lleva todos los asuntos de Huawei en Europa es Acento, compañía fundada por José Blanco, exministro de ZP, y Antonio Hernando, exdiputado y actual secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales en el Gobierno Sánchez.

Además, el actual jefe de seguridad de Huawei en España, Segundo Martínez, fue jefe de seguridad de La Moncloa durante la presidencia de ZP. Todo esto entrar en los negocios de las hijas de ZP con Huawei o el hecho de que la pareja de José Manuel Albares, Therese Jamaa, fue, durante años, vicepresidenta de Huawei.

Y no podemos ignorar los vínculos con Telefónica desde el asalto de Moncloa, lo que propició la presidencia de Marc Murtra y, sobre todo, la toma de control por ZP -el jefe en la sombra- y sus chicos. Con razón los empleados han bautizado al Distrito C como China Town.

Todo esto tendrá consecuencias para España, aunque no las veamos a corto plazo. Consecuencias negativas, ‘of course’, y que se sumarán a las que estamos comenzando a sufrir -por otro motivos-, como la exclusión del puerto de Algeciras del acuerdo de intercambio de rutas marítimas entre EEUU y China, Japón, Corea del Sur e India.