Javier Torres y Leopoldo Puig, responsables de SAREB, a la que, en teoría, le restan sólo cinco años de vida
En la tarde de jueves 30 de marzo fueron publicados los resultados a cierre del ejercicio 2022 del grupo SAREB, (la entidad tenedora de los inmuebles y créditos con garantía hipotecaria adquiridos a las entidades con dificultades en la pasada crisis). Como saben, el FROB, de propiedad estatal (la denominada entidad nacional de resolución en su fase ejecutiva, es decir, la entidad encargada de favorecer la reestructuración de las entidades de crédito en situación de dificultad) es su principal accionista desde mediados de 2021.
Antes de entrar en los resultados de 2022, conviene insistir en la idea principal: la SAREB fue una mala idea y sólo ha servido para dos cosas: socializar las pérdidas de la crisis financiera-inmobiliaria de 2008 y agrandar el ya enorme déficit público. Su quiebra y sus resultados negativos no importan a nadie. Claro, como el dinero público no es de nadie…
Dentro del desastre, la cabecera de sus resultados nos explica que las principales bondades del grupo durante el período han sido el incremento de sus ingresos respecto a 2021 y que ha llevado a cabo la mayor reducción de deuda producida en un año. Veamos con detalle qué es lo que ha ocurrido.
El resultado de la sociedad, que preside Javier Torres y dirige Leopoldo Puig, vuelve a ser negativo en 2022. Sin embargo, ha sido menos negativo en un 7,4% respecto al año 2021, es decir, no ha sido del todo malo, al menos en términos comparables. El resultado negativo de Sareb ha pasado de ser de -1.626 millones de euros a cierre del ejercicio anterior a -1.506 millones de euros a cierre de 2022.
Ya saben ustedes de las prebendas de las que goza el grupo del gobierno de turno. Por ejemplo, Sareb está exento de la obligación de contar con recursos propios para operar con normalidad, más aún cuando desde el mes de abril de 2021 está participada en su mayoría por el Estado. Más privilegios: la Sareb está quebrada y nada vale. Los únicos que tienen algo que temer de esta situación son sus bonistas, si no fuera porque los bonos de las Sareb cuentan con la garantía del Estado que, finalmente, deberá reponer el desfase patrimonial.
Veamos a qué se debe el leve aumento del resultado en 2022. El grupo ha aumentado sus ingresos totales en 177 millones de euros desde 2021 hasta 2022, pasando de los 2.184 a los 2.361 millones. En términos relativos, un incremento del 8,1%. De los ingresos cosechados por el grupo en 2022, un 71% procede de la venta de inmuebles, un crecimiento del 15% respecto al año anterior. En contraposición, Sareb ha obtenido menores ingresos financieros de su actividad de comercialización de préstamos impagados de promotores, un 12% menos en igual comparativa. Esto último en consonancia con la fuerte reducción de los préstamos que conforman la cartera de Sareb, que actualmente representa un 41% del total de los activos pendientes de liquidación.
La gestión llevada a cabo por parte del grupo ha sido buena en este 2022, dentro del desastre general que supone el propio ‘banco malo’. Pese a haberse incrementado las ventas de inmuebles dada la enorme labor de comercialización que ha realizado el grupo, el mismo ha reducido los gastos asociados a la gestión de inmuebles en un 11%, situándose en 612 millones de euros. Asimismo, han descendido los gastos internos relacionados con la estructura y funcionamiento en un 8% respecto al año pasado. La ‘buena’ gestión también puede observarse en la reducción de su cartera de activos año tras año desde su origen. Recordemos que estos activos eran aquellos problemáticos que se adquirieron a las entidades financieras en su momento de crisis, allá por 2012. La misma se ha reducido en aproximadamente 10 años en sólo un 48%, pasando de los 50.781 millones de euros a los 26.465 millones de euros a cierre de 2022, muy poco si tenemos en cuenta que la Sareb debería liquidarse dentro de cuatro años, en 2027.
Finalmente, hablemos del plato fuerte, la reducción de la deuda del grupo y su vinculación con el Estado. Desde su origen, la Sareb ha realizado una amortización de su deuda del 40%, pasando de los 50.781 a los 30.481 millones de euros a cierre de 2022. En concreto, el grupo ha cancelado en este período 3.184 millones de euros, la mayor amortización de deuda en un año en su historia, con el aval del Estado. Parece que para algunos siempre hay dinero y avales disponibles, eso sí pidan ustedes un aval al Estado para que financie la compra de su vivienda habitual, a ver si tienen la misma suerte.
Como conclusión, las cifras de Sareb han mejorado respecto a 2021 tanto en resultado de ejercicio, aunque este sigue siendo muy negativo, como en ingresos. Además, Sareb ha reducido más que nunca en el período de un año su deuda, ya saben, bendito Estado que solo beneficia a unos pocos. Sin embargo, la Sareb sigue quebrada, con un patrimonio negativo que le permite operar por las bendiciones estatales que le han sido concedidas desde su origen. Y ni aun así logrará sus objetivos para 2027, año en el que debería desaparecer.