El CEO, Arturo Gonzalo, no sólo necesita que Teresa Ribera permanezca en el puesto, sino que Sánchez no haga ningún tipo de pacto, ni tan siquiera parcial, con Feijóo... quien sí admitiría a Llardén, no a Gonzalo
Arturo Gonzalo se convirtió en CEO de Enagás en febrero de 2022, en medio de la resistencia de otro socialista, el presidente Antonio Llardén, más felipista que Sanchista, pero incardinado en el PSC, es decir, en la división regional del PSOE más influyente ahora mismo en Ferraz.
Le quitaron poderes ejecutivos pero Llardén se negó a marcharse e hizo frente a Arturo Gonzalo, que se presenta siempre como el amigo de la vicepresidenta Teresa Ribera. En su tiempo fue, además, su jefe. Si espera gratitud de la vicepresidenta, ha de demostrar que tiene más inteligencia financiera que emocional.
Dicho de otra forma, camino de dos años de gestión de Gonzalo como primer ejecutivo, la mala evolución de la compañía ha hecho que Antonio Llardén no sólo resista sino que, además, se ofrezca como instrumento para recuperar el mando que le arrebató Arturo Gonzalo - Llardén cuenta 72 años de edad- o, al menos, para liderar un proceso de transición en la compañía, que no sólo reclama cambios en el equipo directivo, sino también en la más relevante orientación del negocio.
Por su parte, el CEO no sólo necesita que Teresa Ribera permanezca en el puesto sino que Sánchez no haga ningún tipo de pacto, ni tan siquiera parcial, con Feijóo... quien si admitiría a Llardén pero no a Gonzalo.
La cotización va de mal en peor y la gestión del CEO está bajo la lupa: el Santander advierte que los dividendos de Enagás tendrán que reducirse de forma drástica
Pero ningún pulso empresarial toma cuerpo si la cuenta de resultados funciona. Y el problema es que no funciona. Y la razón de fondo en Enagás es que la compañía no marcha bien. Principal espejo de esta deriva: la bolsa.
La cotización de Enagás va de mal en peor y ese es el principal motivo por el que la gestión de Gonzalo está bajo la lupa. Por ejemplo, los analistas del Santander advierten que con su apalancamiento y su política de dividendos, que es errónea y demasiado generosa, en el horizonte de 2026, el dividendo tendrá que reducirse nada menos que un 50%.
En cualquier caso, la cotización de Enagás muestra una trayectoria descendiente en los últimos cinco años. Frente a la media quinquenal de 20,18, la media del último año completo es de 16,82 euros.
El segundo problema grave es el hidroducto hay quien se plantea cómo salir de la chifladura del H2Med, especialmente con el apalancamiento creciente de la compañía. Marcharse no se puede pero sí reducir las expectativas. No es fácil, porque Sánchez convirtió el proyecto en uno de sus grandes instrumentos de propaganda, pero por el momento no hay heridas dado que tampoco hay inversión y la primera inversión la aportará Bruselas. Desde luego, no Francia.
Y los analistas no son tontos. Durante el ejercicio 2023 la acción de Enagás ha subido un 4,3% frente a una subida del Ibex del 14,6%. En los últimos 12 meses es el quinto peor valor del Ibex, perdiendo un 7,98%, frente a una subida del selectivo por encima del 15%.
Ya hay quien se plantea cómo salir de la chifladura del hidroducto H2Med, especialmente con el apalancamiento creciente de la compañía. Marcharse no se puede pero sí reducir las expectativas... sin que se note
Por tanto, el consenso de mercado ha recortado su precio objetivo hasta una media de 17 euros por acción desde los 24 euros en el último trimestre de 2018.
En la actualidad solo el 21% de los analistas recomiendan comprar las acciones, frente a un 29% que recomienda mantener y el 50% que recomienda vender. Lo más certificado es el empeño de Gonzalo en mantener una alto dividendo que no justifica su capacidad de generación de recursos.
Desde el punto de vista financiero, que no político, el nuevo plan estratégico, a presentar en breve, sorprende, porque Gonzalo se empeña en mantener su apuesta por el transporte de hidrógeno, es decir, por el punto más débil del sector hidrógeno. Por decirlo en pocas palabras: la remuneración decreciente de su negocio regulado de gas, unido a la locura del H2Med no presagia nada bueno. Un plan estratégico operando sobre estas dos variables no encontrará el aplauso del mercado. Pero Gonzalo se empeñan en ello... mientras los franceses, clave en la operación, siguen dando largas y se ríen de Pedro Sánchez, de Teresa Ribera y de Arturo Gonzalo.