En la City financiera madrileña ya hay consenso: la recesión comenzará en el cuarto trimestre del año y se agudizará lo largo de 2023. La bolsa, siempre especulativa, siempre miedica, ya lo está anunciando, y las subidas tímidas que suceden a los descalabros pronunciados no son más que eso: pura especulación sobre empresas que están a precio de risa.

Habrá que reducir, no sólo los impuestos, sino, más importante, el Estado del Bienestar y la deuda pública

La oficialidad dice que no habrá recesión, pero lo oficial no suele coincidir con lo real y el dinero se guía por la máxima de los periodistas británicos: ninguna noticia puede darse por cierta hasta que es oficialmente desmentida por la Oficina del primer ministro.

Y así, nos encontramos con el discurso de la presidenta de la AIREF, Cristina Herrero, que ayer contamos en Hispanidad, y que podemos resumir así: esto va fatal pero yo no concluyo nada porque esa no es mi función... así que no diré si puede haber recesión mientras afirmo que no tiene por qué haberla... aunque todo va fatal.

Y en efecto, puede que el pronóstico no se cumpla, que no haya recesión -¡ojalá!- en España o, al menos, no una recesión profunda. Porque a España puede salvarle el turismo. Las predicciones de la patronal de turismo, Exceltur, son buenas, tanto para el verano como para el cuarto trimestre.

Las egolatrías de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz caminan en sentido opuesto a las necesidades de España

Lo que nos puede hundir es que Rusia cierre el grifo del gas. Y aunque la insensatez podemita insista en que la guerra es en Ucrania o la pedantería de la talibán verde, Teresa Ribera, asegure que el suministro de gas a España está asegurado, si la maquinaria industrial alemana se paraliza por falta de gas ruso, les aseguro que España lo sufrirá como si estuviera en primera línea.

Eso, además de recordar que, gracias a la astuta política exterior de don Pedro Sánchez, tenemos a Argelia, nuestro proveedor, más cabreado que una mona.

En cualquier caso, con recesión o sin ella, lo que está claro es que la asignatura pendiente de España consiste en reducir, no sólo los impuestos ni tan siquiera los impuestos lo primero, sino, más importante: reducir el Estado del Bienestar y la deuda pública. No tenemos dinero para mantener nuestro actual Estado del Bienestar, no podemos aumentar los impuestos sin colapsar el crecimiento económico y lo obligatorio es apretarse el cinturón en los gastos, no seguir esquilmando a la clase media española, que es lo que hace la izquierda sociopodemita.

Los salarios bajos no pueden bajar: lo que deben bajar son las cuotas laborales y el IRPF retenido, pero indiciarlos al IPC es de chiflados

Pero las egolatrías de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz nos fuerzan a caminar en sentido opuesto a las necesidades del país, la necesidad de reducir el Estado del Bienestar que no ha creado, ya se ve, una sociedad del bienestar. Más bien lo contrario.

Y sí, tienen razón los sindicatos cuando aseguran que los salarios no pueden bajar, sobre todo los sueldos bajos, en un país con una media salarial de 2.000 euros brutos al mes y por 12 pagas.

No, lo que deben bajar son las cuotas laborales y el IRPF retenido, es decir los impuestos laborales, pero 'indiciarlos' al IPC que supera el 10% es de chiflados. De los chiflados del Gobierno y de los chiflados de los sindicatos, que nos conducen directamente a la ruina.