Con la venta de la filial de El Salvador, anunciada este viernes, por 125 millones de euros, Telefónica da por zanjada la etapa de reducción de deuda mediante la enajenación de activos. A partir de ahora -en realidad ya ha comenzado-, irá reduciendo el apalancamiento de manera orgánica, gracias a los recursos del negocio recurrente.

La venta de El Salvador se estaba resistiendo. Recuerden cómo, en un primer momento, la teleco llegó a un acuerdo con el mexicano Carlos Slim, dueño de América Móvil, pero las condiciones regulatorias impuestas por las autoridades terminaron por desanimar a Slim, que abortó la operación.

En cualquier caso, significa el final de un proceso que supuso la venta de las filiales de Guatemala, Nicaragua, Panamá y Costa Rica, por unos 1.200 millones de euros.

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A partir de ahora Telefónica comienza una nueva era de inversión, como adelantó Hispanidad, con la vista puesta en nuevos servicios y, por qué no, nuevos productos.

Sea como fuere, la reacción del mercado no ha sido precisamente de euforia y la cotización de Telefónica cae cerca de un 3% frente a un Ibex que ronda el 0,7% positivo.