El automóvil eléctrico es, en verdad, un cuento chino. Por cuento, pero también por chino, convendría repensar la cuestión
Sorprendido me he quedado con la portada de Expansión, el diario económico más vendido en España, del jueves 26. Ojo al dato: "Stellantis ultima la mayor factoría de baterías de España", mismamente en Zaragoza.
Pues mire, no: en la gran factoría de Stellantis/CATL, los chinos harán las baterías en China y nosotros las ensamblaremos en Zaragoza... y de paso se las subvencionaremos con fondos europeos. Ellos hacen el corazón de la batería y retienen las patentes mientras nosotros apretamos los tornillos.
Esto no es re-industrializar Europa o España, esto es hacer de amanuenses de los chinos para abrirles el marcado europeo y encima subvencionarles, con fondos europeos, su gran apoyo a la industrialización de Europa. ¡Hay que ser idiotas!
Naturalmente, todo ello apoyado en el modelo chino, consistente en abrir fábricas hasta saturar el mercado, perdiendo dinero a espuertas hasta conseguir hacerse con el monopolio y empezar a ganar a costa de destruir la industria extranjera. Todo un 'dumping' a la china.
Bueno, destruir la industria extranjera exactamente no, porque en Estados Unidos nos les permiten hacer lo propio: sólo en la tontaina Europa, donde se aprovechan de gente tan ingenua como un tal Pedro Sánchez, que acude a Pekín y habla, en casa del gato, de la necesidad de evitar guerras comerciales, y de que el gato puede comerse al ratón... por el diálogo y la concordia entre los pueblos. A lo mejor es que no sabe quién es el gato y quién el ratón.
Punto de inflexión: Volkswagen puede reducir la 'fábrica del futuro" (Bruselas), sede del eléctrico donde se fabrica el eléctrico Audi Q8 e-tron y dejar en la calle a 3.000 trabajadores
Más datos como para remachar que el coche eléctrico es un desastre: Volkswagen puede reducir la 'fábrica del futuro" (sita en Bruselas), pensada como sede de la gran apuesta eléctrica de la firma, el eléctrico Audi Q8 e-tron y dejar en la calle a 3.000 trabajadores. Todo un emblema a punto de caer.
En verdad, todos los fabricantes de automóviles arrastran los pies a la hora de invertir en coche eléctrico. Nadie confía en su "previsibilidad", otro neologismo económico, igualmente horrísono para indicar que no está claro ni el futuro de los cargadores, ni el de los componentes, sobre todo las baterías, ni la cadena de suministros, ni que el coche eléctrico resulta más ecológico, ni el coste, por tanto el precio por unidad de producto... ni nada de nada.
Hasta el momento, la multinacional alemana Volkswagen había vendido esta factoría bruselina como el acabose de la modernidad, del futuro y del coche eléctrico. Ahora, quiere despedir a 3.000 trabajadores.
Por de pronto, falta 'previsibilidad'. Es decir, o el eléctrico aplasta al coche combustión o habrá que mantener al enfermo en vida a costa de subvenciones
Más grave aún resulta que los tres grandes fabricantes alemanes (VW, BMW y Mercedes) remoloneen en la misma dirección. Nos gusta el coche de combustión.
El automóvil eléctrico es, en verdad, un cuento chino. Por cuento, pero también por chino, convendría repensar la cuestión.