Recordemos ahora las palabras de Sánchez durante toda la pandemia. En el coronavirus nadie quedará atrás, saldremos más fuertes... y también más pobres, señor presidente
Según la Encuesta de Condiciones de Vida que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE) -publicada por La Razón- el 7% de la población española se encontraba al finalizar el año pasado en situación de carencia material severa, frente al 4,7% de 2019. Este dato es el más elevado desde 2014, cuando, todavía saliendo de la Gran Recesión que arrancó con la crisis financiera de 2007, el indicador se elevó al 7,09%.
Se considera que una persona está en situación de carencia material severa si vive en un hogar que declara tener carencia en al menos cuatro elementos de los nueve de una lista confeccionada por el INE y que incluye no poder permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año, una comida de carne, pollo -ya saben, como diría Gazón, menos carne y más alimentos saludables- o pescado al menos cada dos días, mantener la vivienda con una temperatura adecuada, no tener capacidad para afrontar gastos imprevistos (de 750 euros), haber tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad...) o en compras a plazos en los últimos 12 meses, no poder permitirse disponer de un automóvil, de un móvil, de una tele o de una lavadora. De los nueve conceptos que determinan la inclusión de la población en situación de carencia material, los que más empeoraron en 2020 fueron, según el INE, haber tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal o en compras a plazos en los últimos doce meses (13,5%, frente a 8,3% en 2019), no poder permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada (10,9%, frente a 7,6%) y no poder permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días (5,4%, frente a 3,8% registrado el año 2019).
Junto al indicador de carencia material severa, el año pasado también empeoró el de la población en riesgo de pobreza, que pasó del 20,7% al 21,0%. La suma de ambos indicadores, el de riesgo de pobreza y el de carencia material severa, ha provocado que la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social, Arope (por sus siglas en inglés, At Risk Of Poverty or social Exclusion), que mide la pobreza relativa en Europa, se situé en el 26,4% de la población residente en España, frente al 25,3% registrado el año anterior.