La intervención del Banco Popular en junio de 2017, cuando fue otorgado al Santander por un euro, con nocturnidad y alevosía, se está convirtiendo en un paripé... por la sencilla razón de que nadie quiere pagar 11.000 millones de euros, que es la cantidad que los expertos aseguran valía el Banco Popular.

Desde el punto de vista judicial la intervención del Popular se juega en dos estadios. El primero, el Tribunal de la Unión Europea de Luxemburgo, que es el que tiene que juzgar si la Junta de Resolución (JUR) hizo bien en otorgar el Popular, en una noche, al Santander. Se trataba de ensayar un sistema de liquidación bancaria: la liquidación de bancos en crisis constituye la pieza clave de la Unión Bancaria europea.

Todo depende del Tribunal de Luxemburgo pero, en paralelo, en Madrid se está jugando el peligroso juego de salvar al culpable (equipo Saracho) y condenar al inocente (equipo Ron)

Y créanme, seguro que el TJUE, como organismo de la Unión que es, no pondrá en solfa a otro organismo de la Comisión europea, la Junta de Resolución Bancaria (JUR) presida por ese personaje lamentable y furiosamente antiespañola que es Elke König.

El segundo estadio es la Audiencia Nacional de Madrid donde, por lo penal, se dilucida si los dos últimos equipos directivos del Popular, el dirigido por Ángel Ron y el dirigido durante los últimos meses -muy bien pagados- por Emilio Saracho, son culpables... de algo.

Y es en la Audiencia Nacional donde estamos rozando el absurdo. La instrucción se alarga ya hacia los cinco años, pero el fiscal se entretiene en solicitar diligencias a cual más absurdas, mientras el abogado de Saracho, Jesús Santos, antiguo hombre fuerte de la Fiscalía Anticorrupción y luego abogado del Partido Popular en el Caso Gürtel, recuerda que el fiscal del caso, es un antiguo subordinado suyo en Anticorrupción. Pura casualidad, naturalmente.

Jesús Santos, antiguo hombre fuerte de la Fiscalía Anticorrupción, recuerda que el fiscal del caso Popular, es un antiguo subordinado suyo en Anticorrupción

Se alarga la instrucción a la espera del juicio de Luxemburgo que, se admiten apuestas, no pondrá en berlina a sus 'compañeros' europeos de la JUR, que dependen de la Comisión Europea. Los eurócratas se protegen a sí mismos.

En cualquier caso, en Madrid estamos rozando el absurdo. La fiscalía, con tal de dilatar el caso, ha acabado por pedir a los peritos una especie de cálculo retroactivo de las provisiones del Popular. Los peritos le han respondido que eso es algo parecido a un absurdo metafísico: no se pueden aplicar las provisiones del Popular en 2017 con la normativa y su aplicación por parte del Banco de España en 2016. Y ahí seguimos, esperando a Luxemburgo.

El Caso Popular en la Audiencia Nacional, se ha convertido en un paripé porque nadie quiere pagar 11.000 millones de euros, a accionistas y bonistas. No los quiere pagar Europa, que ya no se ha atrevido a repetir la 'hazaña' del Popular, ni el Gobierno español, que con Luis de Guindos, hoy vicepresidente del BCE, no defendió al Popular (los españoles somos los más europeístas que nadie más tontos que nadie) ni el Santander de Ana Botín, que podría verse obligado a pagar algo más del euro con el que se quedó con el Popular.

Emilio Saracho llegó a la Presidencia del Popular para venderlo al Santander. Y encima no lo vendió, lo regaló

Pero el paripé empieza a convertirse en pura hipocresía cuando se trata de discriminar entre los acusados, cuando se trata de defender a Emilio Saracho, que llegó al Popular para venderlo al Santander y de hundir al equipo tradicional de la entidad, dirigido por Ángel Ron. Y los accionistas perdedores no son tontos así que la Asociación del pequeño accionistas (AEMEC) ya ha presentado un recursos para poner la cosa negro sobre blanco en su petición de diligencias al juez (ver adjunto) con una alusión clarísima a las "diligencias probatorias que acreditan la gestión desleal del querellado Emilio Saracho".

Al final, el que fuera el banco más rentable del mundo resulta que acabo intervenido y vendido por un euro, en una operación que comenzó con el desembarco de Emilio Saracho en la entidad.

En cualquier caso, mucho me temo que todo depende del Tribunal europeo. Ahora bien, que, encima, en Madrid, para justificar la injustificable intervención del Popular, se convierta al bueno en malo y al malo en bueno... parece un poco demasiado.