Pues ya tenemos aquí los resultados anuales del ejercicio de la fusión más importante del sistema financiero patrio, Caixabank y Bankia. 5.226 millones de euros (M€) de beneficios, pero la noticia bomba de los medios de comunicación generalistas este viernes ha sido, “Caixabank ha ganado 3.845M€ más que el pasado ejercicio”. Cuidado, efectivamente estas son las cifras, pero no, no es esta la lectura económicamente correcta.

Aclaraciones previas. He tomado como más correcta para su comprensión la cuenta de resultados proforma, que contempla las siguientes características, por entender que es la que recoge la situación más exacta y detallada de la situación de CAIXABANK. Ojo al dato:

1. Se minora el resultado neto de Bankia sin extraordinarios: 65 millones de euros correspondientes al primer trimestre de 2021, antes de formalizarse la fusión, y 230 millones de euros correspondientes al ejercicio 2020.

2. Se agregan +2.867 millones netos en 2021, resultado de la diferencia negativa de consolidación por +4.300MM€ y los gastos extraordinarios, otras dotaciones a provisiones, resultados por ventas de negocios, saneamientos y otros, netos de impuestos, por
importe de -1.433 millones de euros.

Dicho esto...

De momento, 2.802M€ son debidos a los extraordinarios generados por la fusión y además incluye el resultado neto de Bankia, con lo que el beneficio atribuido al grupo, sin extraordinarios de la fusión, sería de 2.424M€ frente a los 1.611M€ del pasado 2020, que suponen un 50,47% más interanual. El segundo, pero es el comparativo de cifras, en especial en lo que se refiere a las dotaciones por insolvencias, ya que en el ejercicio anterior se registraron 2.959M€, frente a los 961M€ del 2021; casi 2.000M€ más.

Cuanto antes se libre de la participación del Estado en su capital, mejor que mejor

Por esta razón hemos analizado los resultados de 2021 teniendo en cuenta la visión proforma, que refleja mejor la situación de la entidad porque omite todos los efectos extraordinarios que supuso la adquisición de Bankia, y no la cuenta de pérdidas y ganancias consolidada.

Dicho esto: el margen de intereses, 6.422M€, se ha visto reducido en un 5,8% respecto al pasado ejercicio, motivado principalmente por la menor rentabilidad de los activos por la endemia de los bajos tipos de interés y la bajada de los créditos a la clientela, que solo en el último trimestre se han reducido en un 0,8%, situándose en los 352.951M€. De ellos, 27.209M€ están clasificados como riesgo contingente y con un ratio de morosidad del 3,6%, que es un 0,3% superior al del pasado ejercicio. La cobertura de los activos problemáticos asciende al 63%, cuatro puntos inferior al de 2020.

Distinta es la evolución de las comisiones netas, que crecen un 6,7% hasta los 3.987M€, de los que el 34,9% son comisiones por productos de ahorro a largo plazo. Las comisiones suponen ya un 36,3% del margen bruto, que cierra el ejercicio en 10.985M€, un 2,9% inferior al del pasado ejercicio por el margen de intereses y el menor ROF (resultado por operaciones financieras) registrado.

Un reto: ofrecer el mismo servicio con menos plantilla y menos oficinas: no es fácil

Los costes se mantienen en la línea del pasado ejercicio con un ligero incremento del 1% y empieza a notar las reducciones de personal ya que al cierre del ejercicio se han alcanzado unas 3.920 bajas de las 6.452 previstas, al que se han de añadir la reducción de costes generales que supone el cierre de 1.534 oficinas, el 70% de la extinta Bankia y que se verán claramente reflejados a lo largo del presente ejercicio. El margen de explotación se ha visto reducido en un 7,8% interanual.

Como verán, hasta este punto el resultado de Caixabank no es para lanzar los cohetes que se han lanzado, ya que es aquí donde se justifica el “espectacular” resultado obtenido: 1.999M€ menos de deterioros de activos financieros... ya que en este ejercicio se han dedicado 961M€ por dotaciones para insolvencias y 407M€ por otras dotaciones, 194M€ más que en el pasado ejercicio.

Eso sí, Caixabank sigue siendo el líder de la banca doméstica en Europa. Su modelo no deja de ser imitado

El horizonte que se plantea Caixabank es complicado pero esperanzador. Se consolida como la entidad que lidera el número de oficinas, nada positivo la verdad, pues quizás sea la entidad nacional con un índice de digitalización mayor, de oficinas con menor número de empleados y líder de la banca minorista. Además, con pocas o ninguna ambición de hacer incursiones en el mercado internacional a la vista de los problemas de vecinos como el Sabadell.

Los problemas próximos con los que se va a encontrar son la participación estatal heredada de Bankia en su accionariado, que asciende al 16% justo detrás de la Fundación Caixa, principal accionista con el 30%. Este problema se tendría que solucionar como mucho en 2023, fecha que ahora tienen para deshacerse de la participación que, cuanto antes lo haga, mejor. Y la urgente, la reestructuración de plantillas y oficinas en las que ya están incidiendo de forma acelerada. El acuerdo de ruptura con Mapfre, heredado de Bankia, les va a costar 571M€ y un contencioso por los 52M€ más que reclama la aseguradora.

Por último, falta por ver cómo quedará el ratio de rentabilidad financiera (ROTE) con un ejercicio completo de fusión, ya que el actual del 7,6% (+1,5% interanual) no contemplan los resultados anteriores a marzo de Bankia, y el ratio de solvencia CET1 F.L. que a pesar de cerrar en un 13,6% se ha dejado un 0,4% en el ejercicio, por la fusión.