Cuando Carlos Torres perdió la OPA sobre el Sabadell anunció que no dimitiría porque no había razones para ello. Sí, don Carlos, había una, definitiva: ha fracasado usted en una operación en la que nunca debió entrar.
Además, Torres tuvo la excusa idónea para marcharse cuando el Gobierno Sánchez, en su afán intervencionista, impuso una normas draconianas. En ese momento, Torres debió decir: yo con este intervencionismo no juego, nos marchamos, pero no nos derrota el Sabadell, nos derrota el Gobierno de Sánchez y por motivos espurios.
Pero a lo mejor don Carlos necesita otros asesores, porque siguió adelante hasta el fracaso final. Una vez derrotada la OPA debió presentar la dimisión y marcharse.
Y esto a fuer de reconocer que el BBVA es un buen banco, uno de los más solventes y rentables de Europa, aunque es una transformación digital precipitada de un banco presencial, una mezcolanza que no presagia nada bueno, pero ese es un virus que asola a todo el sistema bancario europeo.
Problema: la unión bancaria está paralizada y desnortada. Sencillamente, el proyecto europeo se ha detenido y, con él, la unión bancaria, la inspección bancaria y la liquidación de bancos. Son tiempos de guerra
Ana Botín, desde el Santander, lleva un año largo esperando este momento para que le pongan el BBVA a tiro y crear y presidir el primer banco comercial de la Unión Europea. Ningún momento mejor que este.
Y entonces se cruz en su camino su peor pesadilla: Andrea Orcel, a quien Botín fichó como como CEO del Santander sin darse cuenta de que quería mandar.
La cosa acabó en los tribunales pero Orcel empezó, desde el Unicredit italiano, una campaña de crecimiento acelerado para convertirse en el primer banquero paneuropeo.
Lo ha intentado en la propia Italia, en Grecia y en Alemania (Commerzbank), y se ha dado cuenta de la Unión Europea es un niño en las rodillas de los dioses.
En cualquier caso, no olviden que Orcel es un banquero al por mayor, mientras Ana Botín, de grado o por fuerza, es una banquera de banca al por menor. Mejor esto que aquello.
En cualquier caso, el italiano podría forzar ahora una fusión BBVA-Unicredit. Es el momento. Mandando él, naturalmente, que no está mal visto por Giorgia Meloni, aunque sus respectivos universos sean y estén muy distantes.
Mientras, insisto, la otra alternativa, el mantenimiento del BBVA como entidad independiente, es incompatible con que Carlos Torres continúe en la Presidencia. Al menos, habría que cambiar a la cúpula. Las dos alternativas para sucederle son: Jaime Caruana, ya en el Consejo, y José Ignacio Goirigolzarri, un veteranísimo de BBVA, del BBV y del BB, al que el 1 de enero próximo le concluye su etapa de incompatibilidad tras su salida de Caixabank, la entidad que presidió hasta hace bien pocos meses y de la que se marcha, todo hay que decirlo, con mucha elegancia sin exigir condiciones especiales.
¿Goiri es nacionalista vasco? Sí pero un nacionalista a la antigua, moderado y sensato, poco que ver, no ya con los radicales sino también con la nueva corriente dominante en el PNV, tan soberanista como progresista. O sea, un horror.
Y, no lo olvidemos, Goiri tiene mucho más currículum para presidir el BBVA que Caruana y que el otro candidato nacionalista, el actual presidente de Kutxabank, Antón Arriola... que sí, que lo está haciendo bien en las cajas vascas, pero una cosa es una fragata y otra un portaaviones.
En cualquier caso, si alguien les dice que el sueño el PNV por recuperar el BBVA que "nos robó Madrid" ha desaparecido, díganle de mi parte que es un mentiroso o un tonto del bote.
Se me olvidaba, un problema para que Unicredit o el Santander se hagan con el BBVA: pues que la unión bancaria europea está paralizada y desnortada. Igual que el conjunto del proyecto europeo, que anda varado. La unión bancaria, la inspección bancaria y la liquidación de bancos, también lo están. Son tiempos de guerra.
Eso no quiere decir que hubiera oposición política a que el Santander o Unicredit se hicieran con el BBVA. Todo lo contrario, sería una muestra de que un pedazo de la Unión continental sigue vivo. No, lo que digo es que, al estar paralizada Europa, también lo está cierta homologación básica de legislación y de regulación, necesaria para afrontar cualquier tipo de matrimonio bancario internacional. Eso perjudica más a Orcel que a Botín pero tampoco beneficia al Santander. En cualquier caso, Sánchez no es amigo de Botín ni de Torres. Y todavía se mantiene Moncloa.










