Que todo siga como está… como si la economía de la eurozona fuera boyante. Sí, ya sabemos que el BCE sólo mira por la inflación, pero cuando el crecimiento económico de la eurozona es raquítico y, sobre todo, tenemos un problema muy serio de endeudamiento público, fijarse únicamente en el IPC no parece ni lo más adecuado ni lo más ilusionante.
La noticia: el BCE mantiene los tipos de interés en el 2% y ha revisado al alza el crecimiento económico para 2025, al 1,2% (frente al 0,9% anterior), aunque lo ha rebajado una décima para 2026, al 1%. Lo que diga de 2027 -mantiene el PIB en el 1,3%- no tiene relevancia en el actual contexto de incertidumbre.
En resumen: en lugar de fatal vamos a ir sólo mal. Que el PIB sea del 1,2% es raquítico y Europa debería aspirar a crecer mucho más. Y si no lo hace, debería tomar medidas para que así fuera, algo que no está haciendo.
El BCE también ha actualizado sus previsiones de IPC: este año será de una décima más, hasta el 2,1%, mismo aumento en 2026, que cerrará con un 1,7%. En 2017, la bola de cristal dice que el IPC será del 1,9% inferior al 2% anterior.
El problema macroeconómico más serio que afronta la zona euro, además de la falta de crecimiento, es la elevadísima deuda pública de los países. En Francia, por ejemplo, las protestas ciudadanas están a la orden del día por la intención de los últimos gobiernos, el último nombrado esta misma semana, de recortar las prestaciones públicas.
Mantener los tipos en el 2% tiene mucho que ver con esto, porque, lejos de forzar a los dirigentes a recortar el gasto público, les permite seguir adelante con esta deriva. Pedro Sánchez es un claro ejemplo de esto. Por cierto, EEUU mantiene los tipos de interés en el 4,5% y creció un 3% en el segundo trimestre, en tasa anual. Mucho más que Europa. No es comparable, pero ahí está el dato.










