El BCE publicó el martes un informe en el que alerta sobre el elevadísimo riesgo que supone invertir en criptoactivos. Un día antes, Christine Lagarde fue así de tajante en una entrevista radiofónica en Países Bajos: “Mi humilde opinión es que las criptomonedas no valen nada, no se basan en nada”, y en las operaciones realizadas con criptodivisas, “no hay ningún activo subyacente que actúe como ancla de seguridad”.

No es casual que fuera en Países Bajos: según el informe del BCE, en Holanda, el 14% de los hogares poseen criptodivisas, el mayor porcentaje de las seis mayores economías de la Eurozona. Por cierto, España es el segundo, con el 12%, por encima de la media, que se sitúa en el 10%.

Todo esto está muy bien -también Warren Buffett dijo que el bitcoin “no vale nada”-, pero llega muy tarde. No solo eso, sino que después de años alentando o, al menos, ignorando el crecimiento de los criptoactivos, ahora, tras el batacazo que están sufriendo, el BCE se rasga las vestiduras y urge regularlos. Oiga, ¿y no podía haber hecho algo hace un año, antes de que miles de hogares hayan perdido sus ahorros?

Desde Fráncfort resaltan, en primer lugar, que las criptomonedas no tienen ningún respaldo, no se sustentan en nada tangible de la economía real -como hemos explicado en innumerables ocasiones en Hispanidad- y, en segundo lugar, advierten sobre el hecho de invertir en ellas a través de préstamos, es decir, invertir apalancado.

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El mercado de las criptomonedas ha crecido enormemente durante la pandemia, especialmente durante los confinamientos forzosos de la población. Así, en solo dos años, la capitalización de este mercado se ha multiplicado por siete, hasta los 2,4 billones de dólares. Cada día se crean 10 criptomonedas y ya existen más de 16.000 en todo el mundo. Un bitcoin, la moneda más conocida y utilizada, vale este miércoles 27.843 euros, prácticamente lo mismo que hace un año y muy por debajo de los 56.278 euros, el máximo registrado en noviembre de 2021.

En este contexto es en el que el BCE ha lanzado la advertencia, especialmente ligada a la participación de los bancos en este mercado: “Si la trayectoria actual de crecimiento en tamaño y complejidad del ecosistema de los criptoactivos continúa y si las instituciones financieras se ven de forma creciente implicadas en ellos, entonces los criptoactivos supondrán un riesgo para la estabilidad financiera”.

¡A buenas horas, mangas verdes!