Las declaraciones del CEO de Deutsche Telekom -martes 7- acerca del futuro de BT, han revolucionado el mercado europeo de las telecomunicaciones. “En los próximos 12 meses algo va a suceder allí en torno a este activo (BT) porque el lado de los accionistas está cambiando rápidamente”, afirmó Tim Hoettges.

Efectivamente, en junio de este año, el multimillonario franco-marroquí, Patrick Drahi, dueño de la teleco Altice, compró por sorpresa el 12,1% de BT, valorado en 2.545 millones de euros, convirtiéndose así en el máximo accionista de la operadora británica.

“Hoy estamos en modo de escucha, no en modo de actuación”, afirmó Hoettges. “Ahora tenemos muchas opciones sobre la mesa en el negocio de BT. Haremos algo que sea un buen negocio”, señaló. Las palabras de CEO de DT pueden llevar a pensar que la compañía alemana está pensando en vender su 12,06% de BT, aprovechando la entrada de Altice, pero el mercado ha interpretado justo lo contrario: quiere comprar la teleco británica.

Lo cierto es que Reino Unido tiene la asignatura pendiente de la fibra. En otras palabras, las telecos tendrán que realizar elevadísimas inversiones en aquel mercado durante los próximos años, incluida BT. Telefónica lo tiene claro y fusionó su filial O2 (segundo operador móvil) con Virgin (Liberty), segunda compañía de banda ancha fija y televisión del país.

La batalla de la fibra está entre Virgin O2 y BT, toda vez que Vodafone y Three continúan enfocadas en el negocio móvil.

Ahora bien, Deutsche Telekom afronta varios problemas. El primero es su mercado nacional. El despliegue de fibra óptica en Alemania es solo del 4%, frente al 84% de España. La calidad de su banda ancha actual quedó en evidencia durante los primeros meses de pandemia, cuando las operadoras tuvieron que reducir la calidad de los vídeos.

Otro problema, no menor, lo constituyen los 120.000 empleados que tiene DT en Alemania. Son demasiados, pero reducir la plantilla cuesta mucho dinero, aunque luego se logren ahorros importantes. Y por si fuera poco, conviene recordar que el máximo accionista de DT es el Gobierno alemán, es decir, son empleados públicos.

En cualquier caso, ¿admitirían los británicos que una teleco alemana se hiciera con el control de ‘su’ BT?