El acuerdo inicial, el presentado en la rueda de prensa del 18 de septiembre de 2020 por José Ignacio Goirigolzarri y Gonzalo Gortázar implicaba un reparto de funciones entre el presidente de Bankia y el consejero delegado de Caixabank, siguiendo el modelo Herrhausen: Goiri se quedaba con el abogado, el periodista y las RR.PP. El resto, para Gortázar.

Hablamos de cargos y no de nombres propios, ciertamente, pero lo lógico en estos casos es contar con las personas de confianza, con aquellas que han trabajado en el mismo proyecto durante años y que han colaborado a la consecución de los objetivos marcados.

Pues bien, de los doce miembros del Comité de Dirección de Bankia, este martes hemos conocido que no formarán parte de la nueva Caxiabank el CEO, Pepe Sevilla, el director general de Personas, Medios y Tecnología, Antonio Ortega, el director general adjunto de Secretaría General, Miguel Crespo y la directora general adjunta de Comunicación y Relaciones Externas, Amalia Blanco. Tampoco formará parte del nuevo proyecto Leopoldo Alvear, director general adjunto de Dirección Financiera, que se marcha al Sabadell.

En otras palabras, Goiri se queda solo y el modelo Herrhausen se diluye hasta prácticamente desaparecer. Así, el presidente no llevará directamente ni al abogado, Miguel Crespo -el único superviviente de la era Rato-, ni las relaciones con la prensa que en Bankia ha pilotado Amalia Blanco. Tampoco contará con Ortega, el más veterano que camina hacia los 74 años de edad.

El vuelco sobre el modelo inicial es significativo y se acentúa con la salida más importante, la de Pepe Sevilla, que, finalmente, no estará al frente de una “dirección de gran responsabilidad”, tal y como vaticinó Goiri en septiembre.

En este contexto, el Gobierno ha anunciado este martes, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que amplía el plazo para la venta de su participación en Bankia dos años más, hasta diciembre de 2023. Recuerden que, tras la fusión, el Estado pasará del 61,8% actual al 16,1% de la nueva Caixabank.

En realidad no es una fusión sino una absorción y Goiri lo sabe.