El miércoles 23 de marzo se celebró la última Junta General de BankiaJosé Ignacio Goirigolzarri, que presidirá la entidad resultante de la fusión entre Bankia y Caixabank, la primera de España dio un dato inapelable: Bankia se ha revalorizado un 68% desde el anuncio de su fusión, un 18 de septiembre de 2020.

Inapelable como dato pero discutible como interpretación, dado que supone una defensa de los bancos grandes, es decir, de la empresa grande, es decir, de lo grande. Pero eso no significa que dé mejor servicio público que lo pequeño ni tan siquiera que sea ni más solvente ni más rentable que este. Lo único que supone es que un banco grande que, con tipos de interés manifiestamente absurdos, donde el negocio bancario ha dejado de ser bancario, un banco grande, sobre todo dos bancos fusionados en uno, pueden perder más grasa. Es decir, reducir plantilla y vender inmuebles o gastar menos en alquileres. De acuerdo.

Se supone que el lunes 29, y así cumplirán con el calendario previsto, empezarán a cotizar al unísono. 

A partir de entonces, Goiri será presidente no ejecutivo pero controlador del primer ejecutivo, Gonzalo Gortázar, y lo lógico es que, dada su edad, se jubile como presidente del primer banco de España, que no del primer banco español.

Ahora bien, dicho esto, quizás lo más reseñable de todo sea que el presidente de Caixabank Jordi Gual y el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, los dos perdedores de la fusión, abandonen su puestos con gran elegancia. Sevilla se ha dirigido, por última vez a los accionistas de Bankia como CEO de la entidad. Gual volverá a su actividad docente y participará en el grupo asegurador de Caixabank, además de mantener su cargo como consejero de Telefónica en representación del banco.