El Parlamento de Portugal aprobó el pasado viernes la ley que legaliza la eutanasia. La norma abre la posibilidad a que las personas mayores de 18 años con enfermedades incurables o situaciones de sufrimiento grave soliciten asistencia a un médico para quitarse la vida.

Ahora la norma debe ser firmada por el recientemente reelegido presidente, el católico Marcelo Rebelo de Sousa.

En cualquier caso, Portugal pretende convertirse así en el séptimo país del mundo en aprobar la eutanasia, tras España, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia.

Para su aprobación, las  dos principales formaciones políticas, el gobernante Partido Socialista (PS) y el opositor Partido Social Demócrata (PSD), dieron libertad de voto  a sus diputados para que voten en conciencia.

En total votaron a favor 136 diputados, en contra 78 (incluyendo 9 socialistas contrarios a esta práctica) y hubo 4 abstenciones.

Los médicos católicos han pedido al presidente Rebelo de Sousa "que escuche a los portugueses y evite que uno de los primeros actos de su segundo mandato sea la aprobación de una ley que convierte a Portugal en miembro de un grupo indigno y minoritario de siete países que aprobaron la eutanasia".

Pero los socialistas portugueses que votaron en contra de la eutanasia también han ido mostrando sus argumentos.

El mayor problema es el valor de la preservación de la vida como fundamento de nuestra sociedad, que se quiere humanista

José Luís Carneiro, que como secretario general adjunto es el cargo de mayor rango en el Partido Socialista opuesto a esta práctica, ya explicó en un artículo en febrero de 2020 en Publico.pt que "a la luz de los datos conocidos, estoy en contra de la eutanasia". Explicaba que "el hombre es eminentemente un “ser” social", que es “intersubjetividad”, que necesita una "mirada integral”. Por lo tanto, se opone al "individualismo" porque "lleva al hombre a la disolución de su condición fundamental". La eutanasia sería una forma de individualismo extremo y egoísta que daña a la sociedad en general, recoge Religión en Libertad.

Por su parte, tras la votación del 29 de diciembre, el diputado Pedro Cegonho quiso explayarse en su cuenta de Facebook. "El profundo respeto que tengo por la libertad y la autonomía de cada uno, no me permite estar de acuerdo en que por su petición se ponga fin a lo que permite la existencia de la libertad, el ejercicio de la autonomía y la esencia de la humanidad: la vida misma”. "Reconozco las diversas cautelas y frenos, revelan la preocupación por establecer condiciones de excepcionalidad", matiza. Pero añade que le mueve un "freno de conciencia", "el respeto al principio moral, e incluso norma constitucional, de la inviolabilidad de la vida humana. El mayor problema es el valor de la preservación de la vida como fundamento de nuestra sociedad, que se quiere humanista".

También avisa contra la "pendiente deslizante", como ha visto constatado en otros países. Además, añade, "creo en el continuo progreso de la ciencia, y defiendo una mayor igualdad en el acceso a los recursos de las ciencias médicas en el control del dolor y en la calidad en el ocaso de la vida de cada uno”, recoge también Religión en Libertad.

En Facebook, el diputado Ascenso Luís Simões, que votó contra la eutanasia, y en ocasiones anteriores también votó contra el aborto, señaló que "en las últimas elecciones legislativas el Partido Socialista y yo, como cabeza de lista, tuvimos la animosidad de una parte muy significativa del clero de la diócesis de Vila Real. Hoy el líder del PPD/PSD [centro-derecha] votó a favor de la nueva ley de eutanasia y quiero ver lo que la misma jerarquía de la iglesia católica va a hacer ya con esas entidades. He aquí una prueba que la Iglesia tendrá que pasar el otoño próximo".

Ascenso Luís Simões explicaba su voto contra la eutanasia basándose en "fundamentos éticos y filosóficos", considerándolo un camino que "quizás no tenga retorno"

En un artículo en febrero de 2020, Ascenso Luís Simões explicaba su voto contra la eutanasia basándose en "fundamentos éticos y filosóficos", considerándolo un camino que "quizás no tenga retorno". En declaraciones a Renascença, defendía que "la técnica y la ciencia" debían ofrecer las soluciones al dolor, y también la familia, "cada vez más en desuso en la época en que vivimos".

Insistía en que su defensa de la vida no se debía "a ninguna visión religiosa, porque las cuestiones éticas y filosóficas del ser humano, como elemento fundante de esta nuestra realidad, son anteriores a todas las religiones conocidas", y son más bien "cuestiones fundamentales de nuestra realidad". Por eso, añadía, "en lo que respecta a la eutanasia y la interrupción voluntaria del embarazo" se posiciona "siempre del lado de la defensa de la vida”, recoge Religión en Libertad.

Cabe concluir que los socialistas portugueses que votaron en contra de la eutanasia lo hicieron, quizá inconscientemente, porque defienden y reconocen la ley natural, que establece que nadie puede disponer de la vida de otro, ni siquiera la de uno mismo, es decir, por "la inviolabilidad de la vida humana", en sus propias palabras.