Ryanair espera sin inmutarse a la próxima huelga de los tripulantes, a la que quita importancia, agarrada a un modelo que le garantiza, de momento, rentabilidad, no sólo por aplicar en todos los países la legislación laboral irlandesa, sino por abusar de otros trucos, digamos, como exprimir al cliente o chupar de las subvenciones públicas.

La low cost irlandesa no pierde nunca, esa es la clave en la preclara mente de su consejero delegado, Michel O’Leary, que juega con una doble estrategia: muchos vuelos y baratos. Sin embargo, algo se está moviendo, como prueba, por ejemplo, que la cotización de Ryanair haya perdido en un año un tercio de su valor (la acción ha pasado de 18 a 13 euros).

La cuestión estará muy presente en la próxima junta de accionistas, el 20 de septiembre, ocho días antes de huelga convocada por los tripulantes de cabina, el 28, en cinco países europeos.

La estrategia de muchos vuelos y baratos se sostiene a base de cargar las rebajas en el billete sobre pasajeros y plantilla

La intención de O’Leary es perseverar en su doble estrategia, que choca indefectiblemente con las protestas de sus los usuarios y de los trabajadores. El truco del almendruco de O’Leary consiste en algo tan sencillo como cargar sobre ellos -trabajadores y clientes- la rebaja del precio de los billetes, necesaria para ampliar la venta de competir con otras low cost.

Para ello ha recurrido a todo. Basta echar un vistazo a las redes sociales, poniendo en el buscador la palabra Ryanair, para comprobar cómo se llenan a diario de denuncias sobre el precio, barato sí, pero a costa de nuevas cargas, como cobrar por los bolsos de mano, o retrasos en los vuelos.

A O’Leary le importa poco. Curiosa, por ejemplo, es la reacción de la compañía “incluso si hay otra huelga limitada el 28 de septiembre” porque “gran mayoría de la tripulación de cabina en toda Europa trabajará normalmente”, como ha ocurrido “durante huelgas anteriores”. Ojo, porque solo en las de julio tuvo que cancelar 600 vuelos, que afectaron a 55.000 pasajeros.

En España, Ryanair se aprovecha de la mitad de las millonarias subvenciones en aeropuertos regionales

La máxima de rentabilidad de O’Leary, sin embargo, podría desvanecerse con las movilizaciones en la low cost, cada vez más sonadas. No solo evidencian discriminaciones evidentes, en forma de bajos salarios o la ausencia de comités de empresa con representación sindical, sino en las fugas a otras compañías low cost.

Es el modelo lo que está en juego. En el caso de España, la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, ha vuelto a decir que Ryanair debe aplicar la legislación laboral española y estarán “vigilantes” por ello. Por ese motivo ha sido objeto de inspecciones de Trabajo este mismo año.

Valerio, sin embargo, no se ha referido, a las ayudas públicas que recibe Ryanair, donde está otra explicación de la milagrosa rentabilidad de la low cost. No sólo en España, también en Europa, lo que ha sido objeto de denuncias, como la Air France, por prácticas contra la competencia, como de expedientes de Bruselas con la legislación europea en la mano sobre ayudas públicas y transparencia en las mismas.

Ha sido una práctica frecuente de Ryanair para estar presente en muchos aeropuertos, sobre todo regionales, y embolsarse a cambio millones de euros. La Asociación de Aerolíneas Europeas (AEA) llegó a cifrarlas en más de 793 millones en solo dos años (2011-2012).

Solo en España, Ryanair se habría aprovechado por esa vía de la mitad de las ayudas públicas en los últimos años, que superar holgadamente los 100 millones de euros. Se trata de pequeños aeropuertos, como el de Gerona, León o Burgos, con la promesa de un aumento de pasajeros a costa de ayudas.