Estamos viviendo la apasionante balada -alguno diría estafa- de los tres pablos: Pablo Iglesias, Pablo Echenique y el tercer Pablo, el hijo de la barrendera de Logroño, convertido en el héroe de la jornada y además, en la coartada del Gobierno sociopodemita.

Ya hemos dicho que los españoles comienzan a rebelarse contra la obsesión liberticida de Pedro Sánchez, quien utiliza la excusa del coronavirus para ejercer un poder tiránico y, de paso, para arruinarnos a todos.

Sí, claro que el rebelde Juan Español no se dedica a saquear comercios y a intentar romperle la crisma al antidisturbios.

Y claro, en cuanto Pedro Sánchez dio el disparo de salida, Podemos, a fin de cuentas un partido comunista, se ha lanzado a la manipulación de la desinformación: cuando más lío mejor para el liador: orden-contraorden-desorden. Se trata de demostrar que los alborotadores -incluido el mohicano- no son más que sicarios fascistas enviados por Vox para dar un golpe de Estado (yo pensé que eso era cosa de los militares, pero ya ven que no). Hay dos puntos que no cuadran en esta tesis. Por una parte, el preciado mohicano, que no tiene mucha pinta de ultra de derechas sino más bien de ultra de izquierdas.

Habrá que insistir en que Vox no es un partido de ultraderecha, es un partido cristiano. Podemos sí es un partido de ultraizquierda. O sea, comunista

En segundo lugar, los magrebíes que robaron bicicletas en una tienda de Barcelona, difícilmente encuadrables en las brigadas ultraderechistas de las que hablan los responsables de la Generalitat y los dos pablos primeros y a quienes señalan como responsables del vandalismo callejero.

Bueno, y tampoco cuadra en el fascio callejero la ‘fumada’ que lanza piedras contra una excavadora, imagen archi-repetida y que no hace fascista ni tampoco hace de niña pija de Vox. Ni el uno ni la otra tenían mucha pinta de ser de estar afiliados al partido de Abascal.

Es igual, tras el primer Pablo llega el segundo: Pablo Echenique, aún más bicho que su primero, asegura que todos los vándalos son vándalos fascistas que quieren tomar el poder por la fuerza. El primer Pablo se confirma con asignar autoría, el segundo asigna intenciones: estamos ante un golpe de Estado fascista. Ya sólo falta Monedero para que incluya la Mossad en la ecuación.

Y luego el tercer Pablo, el hijo de la barrendera de Logroño, el chico de alto sentido cívico, quien, muy probablemente, en cuanto cumpla los 18, votará a Podemos. Es el adolescente laureado en las redes sociales y en la menos social, y más red, RTVE, el mismo que acude a recoger la basura dejada por los fascistas y a arreglar los desperfectos provocados por los nazis.

Esto es la balada de los tres pablos. La historia del bueno, el feo y el malo. El primer puesto, el de bueno, esta claro para quién es: para nuestro solidario muchacho de Logroño. El segundo y el tercero, el feo y el malo, andan, más disputados, que ambos Pablos son más feos que Picio y más malos que la quina.

Para que no faltara nada en esta ceremonia de la confusión, el lunes por la mañana al Ministerio de Defensa no se le ocurría otra cosa que poner a pasear por el centro de Madrid, un dispositivo militar, con tanquetas incluidas. No se lo pierdan.

En paralelo, otra vez RTVE nos recuerda que Abascal no ha condenado expresamente los actos. Eso resulta harto sospechoso, por supuesto. Sería un estúpido si lo hiciera pero eso no significa que esté defendiendo a quienes rompen escaparates para robar ropa de marca. Lo que ha pedido Abascal es que la policía proteja el derecho a manifestarse contra el confinamiento permanente que impone la Moncloa y que hasta ahora sólo ha servido para colocar a España como el primer país por número de muertos entre los países europeos comparables.

Habrá que insistir en que Vox no es un partido de ultraderecha, es un partido cristiano. Podemos sí es un partido de ultraizquierda. O sea, comunista.

Pero la jornada del lunes 2, día de todos los difuntos, no podía terminar en la mera resaca de los desórdenes… fascistas, como creo haber dicho antes.

Un asturiano, precisamente un asturiano, tenía que ser quien la armara. Adrián Barbón, con perdón, a la sazón presidente del Principado, es el primero en solicitar la vuelta al arresto domiciliario, perdón, confinamiento hogareño. En Asturias tenemos fantasmas para llenar todos los castillos de Escocia pero esta vez, Adrián, campeón, te has pasado: ¿no sabes que gato escaldado del agua caliente huye y que Sánchez, tu jefe de filas, no quiere ni oír hablar de repetir la hazaña de marzo, que nos convirtió en el país -repito- con más muertos por habitante y encima arruinó la economía? Los españoles hemos pagado muy caro los errores de Sánchez.

De inmediato, Illa, nuestro salvador, salió al quite de Barbón y aseguró que no había necesidad de ningún confinamiento domiciliario. A Illa le salió algo parecido a aquella genialidad de la comedia de Billy Wilder, titulada “Uno, dos, tres”: la situación es desesperada, pero no grave.

Asturias: Barbón no te hagas el farruco o acabarás en eunuco

Si quieren comprobarlo vean el vídeo de este otro asturiano, esta vez asturiano inteligente, no como Barbón, y lo entenderán todo.

Barbón, hijo, no menciones la soga, el fracaso de primavera, en casa del ahorcado, el fracasado Pedro Sánchez. En Moncloa se vive ahora una curiosa contradicción: han sembrado tanto miedo al virus que ahora es parte de la ciudadanía quien le reclama medidas más severas… más severas aún que aquellas que se cargaron la economía española.

Barbón no te hagas el farruco o acabarás en eunuco.

Esto no es una pandemia, es una 'plandemia'. Eso sí, una 'plandemia' muy mal planificada.