Vicente Álvarez-Areces (Tinín) fue un socialista asturiano, presidente del Principado durante varios mandatos. Como buen socialista, más que un defensor de la enseñanza pública era un detractor de la enseñanza católica, que era la privada. Para ello, decidió que a los colegios concertados, en su inmensa mayoría católicos, les iría quitando el concierto año a año. El prestigio del colegio era grande en Asturias, así que empezó quitándoles el concierto en primero de enseñanza primaria, y de ahí hacia arriba, curso a curso.

Durante una conversación con el director del centro le espetó:

-Comprendo perfectamente tus razones pero tú estás en un bando y yo en el contrario.

Al menos era sincero. No se refería a los bandos de derechas o de izquierdas, se refería a los bandos cristiano y cristófobo.

La gran mentira de esa proyecto de ley son ‘los niños pobres’ en la concertada: la enseñanza católica se ha forjado sobre… los niños pobres

Isabel Celaá es como Tinín. Ha presentado, again, su ley educativa que tiene un único objetivo: cargarse la enseñanza católica en España. Como todos los progres, doña Isabel, además de una pedante de grandes proporciones, confunde igualdad con justicia y entonces plantea que no haya repetidores, a costa de hacerles pasar de curso por el art. 33. Hay que reconocer que es una forma eficaz de fomentar la igualdad y la pereza, a partes iguales.

Pero el objetivo principal es acabar con la enseñanza concertada que en España, en su inmensa mayoría, no es otra cosa que enseñanza católica. Si, ya sé que hemos sido los católicos los principales responsables de acabar con la enseñanza católica pero eso no le da derecho al PSOE para asfixiarla económicamente con los impuestos que pagan los padres, tanto los que llevan a sus hijos a la concertada como la pública.

Así que la ley conlleva, por un parte el adoctrinamiento -lavado de cerebro- de los niños con la ideología de género y todo lo que conlleva y, finalmente, para que no pongan pegas a ese lavado de cerebro, arruinar a la concertada.

Otro problema de la ley: fomenta la pereza

La fórmula elegida ha sido la supresión de la demanda social. En plata: abres un colegio concertado y le concedes el concierto porque lo piden los padres. Pues a partir de ahora, los padres que pidan lo que quieran que las autoridad educativa hará lo que le venga en gana. Y lo que le viene en gana es fomentar la pública.

Pero toda gran mentira necesita de su correspondiente gancho solidario. Celaá insiste en que obligará a la concertada a admitir niños pobres. ¡Qué buena es esta chica! Aunque un poquito hipócrita porque las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza acogieron, precisamente, a los niños más pobres. Por ejemplo, los salesianos. Así nacieron y así crecieron. Y hoy, las nuevas iniciativas -generalmente laicales (ejemplo Educatio Servanda, en Madrid) están ubicando sus colegios en Orcasitas, Alcorcón, etc… y estén concertados o no PSOE -y también PP- les persiguen para asfixiarles económica e ideológicamente. Por ejemplo, les obligan a impartir ideología de género. La mencionada Educatio Servanda, por ejemplo, ha sido perseguida por la pepera Cristina Cifuentes.

Y la enseñanza concertada es la solución, según el PP, en mi opinión no. La enseñanza no debe depender ni de los políticos ni de los empresarios: es un derecho de los padres. La enseñanza concertada posibilita, sólo en parte, que los padres elijan el centro que desean para sus hijos. Pero eso, sólo en parte.

Lo que realmente otorga el poder a los padres es el cheque escolar, donde los progenitores pueden elegir el colegio al que llevarían a sus hijos. El PP no quiere ni oír hablar del cheque escolar. La izquierda, no digamos. Sólo Vox lo llevaba en su programa.