El VIII INFORME FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España que se ha presentado hoy en Madrid es, en palabras de Guillermo Fernández, coordinador de la investigación, “un relato del momento de incertidumbre en el que nos encontramos y una mirada a nuestra cohesión social para analizar cómo vivimos y reaccionamos ante la gran recesión, cómo estamos enfocando la salida y cuáles son las consecuencias de la crisis en la poscrisis”, informa Cáritas.

La primera constatación que recoge el VIII Informe FOESSA de Cáritas es que la exclusión social se enquista en la estructura social de nuestro país.

Hoy en día, el número de personas en exclusión social en España es de 8,5 millones, el 18,4% de la población, lo que supone 1,2 de millones más que en 2007 (antes de la crisis). Son el rostro de la sociedad estancada, un nutrido grupo de personas para quienes “el ascensor de la movilidad social no funciona y no es capaz de subir siquiera a la primera planta”.

La primera constatación que recoge el VIII Informe FOESSA de Cáritas es que la exclusión social se enquista en la estructura social de nuestro país

Dentro de este sector social, existe un grupo especialmente vulnerable que acumula tantos problemas cotidianos que les impide tener un proyecto vital mínimamente estructurado: son 4,1 millones de personas en situación de exclusión social severa. Son los ciudadanos sobre los que se ceba la desigualdad y la precariedad en sus diferentes formas: vivienda insegura e inadecuada, desempleo persistente, precariedad laboral extrema e invisibilidad para los partidos políticos.

Dentro de este grupo en exclusión social severa existe un grupo de expulsados, que suman 1,8 millones de personas (600.000 en 2007), que acumulan tal cantidad de dificultades y de tal gravedad que exigirían de una intervención urgente, profunda e intensa en recursos para garantizarles su acceso a una vida mínimamente digna.

La investigación trae, sin embargo, una buena noticia, que está protagonizada por esa sociedad integrada, el 48% de la población

La investigación trae, sin embargo, una buena noticia, que está protagonizada por esa sociedad integrada que representan aquellas personas que no tienen dificultades para su supervivencia, que llevan una vida digna en términos materiales y que se ha recuperado a los mismos niveles de antes de la Gran Recesión. Son el 48,4% de la población.

“Se detecta, sin embargo, una novedad” -explica Cáritas en su informe. “Dentro de esta sociedad integrada se está produciendo una reconfiguración en dos grandes sectores: un primer grupo, que es el mayoritario, denominado la sociedad de las oportunidades, que integra a dos tercios de la población de España; y un segundo grupo, que conforma lo que hemos llamado la sociedad insegura y en la que estarían unos 6 millones de personas”.

“Este grupo de la sociedad insegura se mueve en el filo de la navaja. Está en la antesala de la exclusión. E intuye que ante una eventual sacudida, en una nueva crisis, su sostén económico se quebrará. Le indigna que la sociedad segura se desentienda del resto y coja más impulso hasta desconectarse. Son los que votan salir, los que quieren sentir que aún tienen el poder de interrumpir la dinámica de la sociedad de los seguros y de impedir la entrada de foráneos”, apunta el VIII INFORME FOESSA.

“Los que se encuentran en la sociedad de las oportunidades, en cambio, están en una situación acomodada, creen tener la razón en sus ideas y en sus prácticas cotidianas. Consumen en exceso, apenas sin conciencia y tienen capacidad para que se pongan sus necesidades en la agenda política. Muestran cierta fatiga de la solidaridad. En realidad, los acomodados no practican la empatía, pues suelen echar en cara, a los excluidos, su desafección y su responsabilidad por estar en esa situación y, a los inseguros, que manifiesten su malestar de forma airada”, denuncia Cáritas.

Cáritas entiende por exclusión social "la pérdida de integración y de participación del individuo en la sociedad"

Cáritas entiende por exclusión social "la pérdida de integración y de participación del individuo en la sociedad. Es la falta de participación en la vida social, económica y cultural de sus respectivas sociedades debido a la carencia de derechos, recursos y capacidades básicas que hacen imposible una participación social plena".  

La entidad destaca también las características de las personas que viven en situación de exclusión social. Por ejemplo, "las personas con bajos ingresos y en exclusión social participan menos en los procesos electorales: se registran tasas de hasta el 75% de abstención en los barrios más desfavorecidos".

Asimismo, también les afecta las carencias en la vivienda: en los últimos dos años el alquiler ha subido un 30%. Dos millones de personas viven con la incertidumbre de quedarse sin vivienda. El 11% de la población vive bajo el umbral de la pobreza severa, una vez descontados los gastos o deudas relacionadas con el pago de la vivienda y los suministros de la misma.

También, el desempleo o la precariedad labora, que se ha convertido ya en una forma de vida de forma estructural en nuestra sociedad. El 14% de las personas que trabajan están en exclusión social. Uno de cada tres contratos temporales dura menos de siete días. El 15,1% de los hogares sufre inestabilidad laboral grave (son hogares en los que la persona principal ha pasado por 6 o más contratos, o por 3 o más empresas, o ha estado 3 o más meses en desempleo durante el último año). Una de cada 4 personas activas del conjunto de la población se encuentran en situación de exclusión del empleo. Si miramos solamente a las personas en exclusión social, serían 1 de cada 2.

El 33% de las familias numerosas y el 28% de las familias monoparentales se encuentran en exclusión social

Además, las familias con niños y la juventud están más expuestos a la exclusión social. El 33% de las familias numerosas y el 28% de las familias monoparentales se encuentran en exclusión social. El 21% de todos los hogares con menores se encuentran en exclusión social.

Y también destaca las desventajas de las mujeres para vivir de forma integrada y que afectan a todas las dimensiones de la exclusión social. Una mujer necesita trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre. Si esa mujer es inmigrante, 2 horas más, según Cáritas.

Por último, están los riesgos frente a la salud. La exclusión social y no la pobreza monetaria tiende a duplicarse en las personas con discapacidad. El 30% de ellas se encuentran en situación de exclusión social y un 16% en exclusión social severa, el doble que las personas sin discapacidad. El 8,8% de la población ha dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos. El 15% de la población no puede acceder a un tratamiento bucodental porque no se lo puede permitir.