La explicación de la subida del precio de la luz, hasta un máximo anual este miércoles, de 74,58 euros por megavatio hora (MWh), tiene una explicación que dibuja el cuadro que publica a diario REE (en la imagen) que ilustra esta información: la menor aportación de las fuentes más baratas de generación, como la hidráulica, ha obligado a recurrir a otras más caras, como la térmica de carbón o el ciclo combinado.

El problema, dicho de otro modo, sigue en lo de siempre: la vieja ecuación de energía cara es igual a energía verde, sobre todo por las primas que recibe. Esas primas a las renovables están en función de la demanda, por el marginal que marca el precio final en el mercado mayorista, en torno a 7.000 millones anuales. Unos 2.000 millones menos que antes, ¡pero 7.000 millones! Todo ese dinero pesa en el recibo de la luz y constituye, con todos los costes regulados, el 60% de la factura.  

El 60% de factura se sebe a los costes regulados, entre ellos las primas a las renovales

Preciso es recordar que el carbón marca la referencia para fijar el precio en el mercado mayorista, porque es la última tecnología que entra en el mix (reparto), del mismo modo que la hidráulica es la referencia del primer precio. La preferencia la tiene la hidráulica, la eólica, la nuclear, pero si no bastan hay que tirar del gas y del carbón, que encima marca el precio final.

¿Qué pasa? Que si llueve menos y sopla menos el viento, como está ocurriendo, se explica lo demás. El panorama es distinto al de hace año, sobre todo por el menor peso de la eólica (14,7%), mientras la hidráulica se reduce a un 8,6% de media.

La ministra Teresa Ribera choca con la misma piedra que sus anteriores en Energía

Es el motivo por el que la energía nuclear ha elevado al 24,6% su aportación para cubrir la demanda -más de lo normal, lo que no es un problema porque es una energía limpia y barata-, pero no ha evitado tirar más del carbón, al 16,8%, y del ciclo combinado (gas), al 12,8%. Ojo, porque el precio del carbón ha subido un 5% y el del gas, un 4,5%.

Ahí está la explicación, con un complemento inevitable: el precio de los derechos de emisión de CO2, que también hay que pagar y que se han triplicado en un año y en agosto sube un 24%.

Los precios son un dolor de muelas para la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, pero choca, paradójicamente, con la misma realidad de sus predecesores en el cargo. No será, sin embargo, hasta el 17 de septiembre cuando dé sus propias explicaciones en el Congreso. Ocurrió también en enero, cuando el PSOE se lanzó a la yugular del entonces ministro popular, Álvaro Nadal.