Jesús Guerra, presidente de la Sociedad Nuclear Española (SNE) hasta este jueves, ha cedido el cargo al que hasta ahora era el vicepresidente, Héctor Dominguis. En un encuentro con los medios previo a la jornada ‘Las centrales nucleares en 2020. Experiencias y perspectivas’ y a la asamblea general de la SNE, Guerra ha advertido a la vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, que sigue empeñada en cerrar los siete reactores españoles que están operativos entre 2027 y 2035: “Prescindir de la energía nuclear para nada contribuye a la emergencia climática”.

Como saben, esta tecnológica ha sido la líder en generación eléctrica por décimo año consecutivo, aportando el 22,18% del total, y también el 33% de la electricidad libre de emisiones de CO2, que llega a un total del 62,2% sumando las renovables. Guerra ha destacado la alta disponibilidad de la nuclear, pues funcionó 7.834 horas de media en 2020, garantizando el suministro, mientras la eólica lo hizo 2.005 horas. “Defendemos la penetración de las renovables, pero no debemos hacernos trampas en el solitario y olvidarnos de su carácter intermitente”, ha afirmado Guerra.

 “Defendemos la penetración de las renovables, pero no debemos hacernos trampas en el solitario y olvidarnos de su carácter intermitente”, ha afirmado Guerra

El ya expresidente de la SNE ha señalado que el año pasado las centrales nucleares han funcionado a pérdidas, una situación que es “inaceptable e insostenible en el tiempo”, por la elevada cantidad de impuestos que pagan, algo que ya criticó Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, y que además parte de esos impuestos son redundantes. Guerra ha cargado contra la “demagogia” de los beneficios caídos del cielo (también llamados windfall profits), porque “más del 60% de la facturación se la lleva el Estado” en forma de impuestos… por lo que esos “beneficios caídos del cielo en un 60% caen en las arcas del Estado”.

Los siete reactores nucleares de nuestro país han funcionado a pérdidas en 2020, pero han generado el 22,18% de la electricidad. “Las centrales que tienen dos reactores (Almaraz y Ascó) tienen sinergias que hacen que sean más rentables que las que tienen una unidad (Cofrentes, Trillo y Vandellós)”, pues las sinergias reducen costes, ha explicado Guerra. “Esta es la razón de que en algunos países haya centrales con dos, tres, cuatro y hasta siete unidades”, ha añadido.

Mientras España tiene un calendario de cierre de reactores, otros países elevan su apuesta por la nuclear: Rusia, China, EEUU, India, Francia, Países Bajos e incluso Japón, tras la catástrofe de Fukushima en 2011 

La SNE apuesta por la operación a largo plazo y la continuidad de la operación del parque nuclear español, pero las decisiones tomadas en los últimos años han llevado a las centrales a un flujo de caja negativo en 2020, porque los ingresos no han superado los costes de operación, mantenimiento, impuestos y tasas. Algo que debe tenerse en cuenta para que esta tecnología, que da empleo a 28.000 personas en nuestro país, contribuya a alcanzar los objetivos de emisiones y compromisos climáticos de España a medio plazo. En la jornada de la SNE, José Manuel Redondo, subdirector general de Energía Nuclear del Departamento de Ribera, ha destacado que en un “año atípico que no olvidaremos nunca las centrales nucleares han sido un pilar básico del sistema eléctrico español”.

Conviene destacar que mientras España ha puesto un calendario de cierre progresivo a sus reactores, otros países elevan su apuesta por la nuclear: Rusia, China, EEUU, India, Francia, Países Bajos (ha extendido la vida útil de su único reactor a 60 años), e incluso Japón, que tras la catástrofe de Fukushima en 2011 ahora tiene un nuevo plan para que la nuclear represente el 20% de su mix. “Se va a imponer el sentido común, esperemos que para entonces no se haya destruido nuestra energía nuclear”, porque los cierres también van en contra del proceso de industrialización. Además, Guerra considera que para 2050 nadie puede afirmar que todo sea eólica y solar, e incluso la eólica podría ser una energía de transición a otras fuentes de generación que consuman menos recursos, tengan menor impacto y sean más aceptables en términos paisajísticos, como los reactores de nueva generación, la energía de fusión o el hidrógeno. 

Hace unas semanas, Sama Bilbao y León, directora general de la Asociación Nuclear Mundial, señaló que el sector quizás tiene un déficit a la hora de comunicar. Guerra ha afirmado que “no comunicamos nada bien la energía nuclear”, pero “es más fácil dar malas noticias que buenas” y además, era una desconocida antes de la Segunda Guerra Mundial, pero se dio a conocer con dos bombas atómicas, por lo que tiene “cierto pecado original que no ayuda”, aunque ahora la parte militar se puede descartar y sólo tiene beneficios pacíficos.