Comparecencias de ministros y altos cargos en el Congreso. Jueves 20, tarde y noche, le ha tocado el turno a María Jesús Montero, titular de Hacienda (ya conocida como ‘Marisú’) y a Dolores Delgado (conocida en el cuerpo de  fiscales como ‘Lola la loca’), nueva fiscal general del Estado, si alguien no lo remedia. Con ellas, asomaron las dos notas distintivas del Gobierno frentepopulista de Sánchez e Iglesias: liberticida y cleptómano.

Ortega Smith (Vox): “ustedes nos acusan de cometer delitos de odio a todos los que no aceptamos el discurso único”

Empecemos por María Jesús Montero que, como ya hemos repetido en Hispanidad, es la ministra más educada y simpática de todo el Gabinete. Marisú es también un poco embustera pero en el regate corto no esconde lo que piensa. No lo escondió durante las cuatro horas largas de comparecencia ante la Comisión del Congreso: ella no está para reducir el gasto público, que es lo que necesita España, sino para aumentar los impuestos a ‘los ricos’, que en lenguaje podemita no son otros que las clases medias, la clase mayoritaria, la que tiene algo en propiedad. Y como es propietaria, el Estado -ojo, y todo lo que sea grande, privado o público- tiende a arrebatárselo.

El diputado Luis Santamaría (PP) preguntó a Delgado, “Lola la loca”, que va a hacer, como fiscal general, con la conversación con Villarejo donde ella misma llama “maricón” a Marlaska

Eso sí, por fuerza de ley, democráticamente, un expolio legal y democrático. Marisú no cree en otra propiedad privada que la suya, sobre todo en la propiedad privada pequeña, cree en el dinero público, que es el dinero que el Gobierno nos roba a los ciudadanos.   

Marisú es una representante simpática de un Gobierno cleptómano. Todavía no ha abierto el frasco de la esencias socialistas, es decir, cuánto nos va a subir los impuestos. Por el momento, nos distrae con la Tasa Tobin -que no es Tasa Tobin- y con la Tasa Google -que no es tasa Google- pero ya se prepara para brearnos a impuestos de verdad, a familias y pymes. Incluido el IVA, que es el tótem de la izquierda.

No es casualidad que el choque frontal entre Marisu y la portavoz del PP, Carolina España, fuera al rebufo del termino “birlar”, que la pepera acabó por retirar para “llevarnos bien”.

María Jesús Montero, ‘Marisú’ lo deja claro: ella está para subir impuestos, no para reducir el gasto

En efecto, hablamos de un robo del Estado cleptómano, o sea, del representado por el Gobierno Sánchez-Iglesias, a la ciudadanía, que huye despavorida -y aún huirá más- hacia la economía sumergida. No para defraudar, sino para sobrevivir.

Y ojo, porque Marisú siempre podrá acogerse a una excusa formidable y cierta: el PP, con Cristóbal Montoro al frente, supone un precedente claro de ese Estado cleptómano que todo lo arregla dando sablazos fiscales a los propietarios. En 1978 entró la democracia en España pero el liberalismo -el económico, no el anticlerical- aún continúa esperando turno. He dicho liberalismo, no capitalismo, que ese está bien instalado.

Recuerden: el capitalismo defiende a la gran empresa. Liberalismo defiende a la pequeña propiedad privada, que es la que hace al hombre libre.

El capitalismo defiende a la gran empresa privada, el liberalismo defiende a la pequeña propiedad privada… y todavía no ha llegado a España

Al tiempo que ‘Marisú’ anunciaba la continuidad del Estado cleptómano, Dolores Delgado, conocida en el Estamento fiscal (donde lleva 30 años, como ella se encarga de repetir) como “Lola la Loca” y también como “la fiscal de Baltasar Garzón”, es decir, de la multinacional jurídica internacional, millonaria y progre, se examinaba, es un decir, para ocupar el cargo de fiscal general del Estado. Delgado, siempre al borde del ataque de nervios, dio un mitin político en la sala de al lado de Marisú, también en el Congreso, donde la única idea útil -y peligrosísima- que vertió fue la de que debe ser la Fiscalía quien lleve la instrucción en lugar del juez. Ahora bien, que la fiscalía, órgano jerárquico, sustituya al juez como protagonista de la instrucción, de la investigación, del eje de la Administración de Justicia, es como para echarse a temblar.

Es una cuestión de fuero, que no de huevo. No es ya que alguien tan sectario como Dolores Delgado, que no es fiscal del Estado ni del Gobierno, sino del PSOE, se sitúe en la cúspide de esa Fiscalía, sino porque aterra pensar cómo aprovechará el Sanchismo, un movimiento marcado por el sectarismo más agresivo y por la cristofobia más radical, cuando elimine formalmente la independencia judicial que, de eso estamos hablando.

Aterra pensar en una ‘Lola la loca’ al frene de un todopoderoso organismo acusador que cerca judicialmente a quien no le caiga simpático, mediante aberraciones legales como los “delitos de odio”. Hablamos de un gobierno que persigue ideológicamente a todo aquel que no se preste a sus intereses u ose discrepar del Sanchismo.

El diputado de Vox, Ortega Smith se lo dejó muy claro en a Dolores Delgado: “ustedes nos acusan de cometer delitos de odio a todos los que no aceptamos el discurso único”. Y también, “ustedes llaman odio” a todo el que se rebele “contra su totalitarismo”. Como para salir corriendo de España.

El Gobierno social-leninista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias acentúa sus rasgos liberticida y cleptómano. Cada día que pasa con mayor descaro ante una sociedad española abotargada, que ya no exprime la vida sino que se conforma con sobrevivir, una sociedad que, utilizando un símil futbolístico, sale al campo a empatar. Algún día despertará.

En cualquier caso, con Lola la Loca Sánchez pone al lobo a cuidar de las ovejas. Un ejemplo, esta vez del diputado del PP, Luis Santamaría, quien le formuló esta pregunta a la aspirante: “¿Qué va a hacer usted, como fiscal general con la conversación con Villarejo donde usted  llamaba ‘maricón’ a un compañero de gobierno (a Fernando Grande-Marlaska”, ministro del Interior), donde hablaba de información vaginal o mostraba sus preferencias por los jueces varones?