FCC publica este miércoles sus resultados, una radiografía del grupo, por áreas, y una radiografía del programa de máximos del accionista de control, Carlos Slim, que planea la venta a trozos, como ha hecho con Aqualia, protagonista, esta vez, por la reducción de la deuda.

Es el plan, digamos, inconfesable de Slim, por razones obvias, que depende de los ritmos y plazos que maneja el magnate. La inversión en España del mexicano es una de sus inversiones internacionales, gestionada, como el resto, en el tiempo.

En los resultados hasta septiembre hay pocas sorpresas, con un beneficio que se acelera un 14,7%, hasta 176 millones, aunque el Ebitda rebaja el paso a la mitad (un 8,1%, a 645,7 millones), y a la mitad de la mitad en los ingresos (un 2,2%, a 4.350,8 millones).

Aqualia ayuda a Slim a dar un mordisco a la deuda del 21,9% y dejarla en 2.795,5 millones

La explicación está en el comportamiento desigual de las tres principales áreas, construcción, agua y medio ambiente, y la operación corporativa de venta del 49% de Aqualia, la joya de la corona del grupo, al fondo australiano IFM. El principal destino de los 1.024 millones recibidos es la amortización de la deuda financiera neta. Es mordisco es notable, del 21,9%, que desciende el saldo de 3.579,5 a 2.795,5 millones. En paralelo, cancela una parte del crédito sindicado, enmarcado en la deuda estructurada, y engorda un 100% el patrimonio neto, hasta 1.876,5 millones.

A partir de ahí, se puede añadir el resto, en la mente de Slim, de troceo y venta, con Realia fuera, que es, paradójicamente, lo único que quiere mantener el mexicano. Por eso evitó su venta. Al fin y al cabo, su negocio es el inmobiliario.

El guion es relativamente sencillo de explicar y pasa por la venta del resto de Aqualia, la división que más mejora porcentualmente desde enero, un 8% (826 millones), con una aportación al Ebitda del grupo del 28,8%. Antes que a IFM, Slim buscó otros compradores.

El gran problema sigue en construcción, que compensa con los negocios de agua y medio ambiente

FCC Medio Ambiente, pendiente de una recomposición jurídica, también está en venta, parcial o completa, aunque el apalancamiento cruzado entre división es un problema. El negocio de limpieza de calles y la recogida y tratamiento de basura ha aportado, en concreto, la mitad del Ebidta (50,02%), aunque crece un 2,8% (2.095 millones), a distancia, por tanto, de la división más rentable, Aqualia, y de la filial cementera, Portland Valderribas, que eleva sus ingresos un 8,3% (277,2 millones), aunque el peso en el Ebitda es del 8,9%.

Queda para el final FCC Construcción, que es la que menos aporta al resultado de explotación, un 6,7% desde enero, con ingresos a la baja (-3,4%, hasta 1.140 millones) y la más problemática de vender. Slim ya lo ha intentado, pero sin éxito, consciente de que la división no funciona, un lastre que debe compensar con las otras. Por eso lo más posible es que termine cerrando, una posibilidad que no descarta el mexicano, en función de los tiempos, la rentabilidad de su inversión en el grupo y otras posibilidades abiertas.

El negocio del mexicano, de momento, es redondo: ya gana más de 1.260 millones

Pendientes del desenlace, que tardará en el tiempo, Slim, con todo no habrá hecho un mal negocio en España, o habrá hecho, en positivo, un buen negocio. Da una pista en ese sentido, la contraposición entre el dinero que ha invertido, 1.650 millones, y lo que vale su participación como accionista de referencia, por encima del 60%.

Basta medirla, para ello, con dos ecuaciones, el precio pagado en la compra de los títulos, una media de 8,4 euros, y el precio actual de las acciones, en 12,2. En paralelo, el valor en bolsa de FCC, en términos de capitalización, asciende a 4.621 millones. Su participación, por tanto, vale 2.773 millones, 1.266 millones más de lo que ha puesto.