Más de 30 minutos de discurso, 3 minutos de preguntas y más de 30 de respuestas. Este tipo no calla. Preguntas, además, seleccionadas y, sobre todo, manipuladas, por el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver. No me extraña que el diario El Mundo haya asegurado que no volverá a formular preguntas. Tiene razón, toda pregunta molesta para el presidente no tiene ninguna posibilidad de prosperar.

Hablo de la intervención de Pedro Sánchez, primera hora de la tarde del sábado, para decirnos, ojo al dato, que prorroga otras dos semanas el arresto domiciliario al que sometió a los españoles, hasta el 26 de abril. Ese día, las familias españolas llevarán recluidas en su casa cuarenta días. Y asegura que no se acabará ahí el estado de alarma aunque, el chaval es buena persona, lo irá diluyendo si nos portamos bien. Es decir, si no salimos de la celda.

Sánchez no pide -más bien exige- unidad, sino connivencia: amenaza con endeudarnos más y con aumentar el “Estado del Bienestar”. O sea, nos lleva a la ruina

Eso sí, como la declaración del estado de alarma y el cerrojazo económico decretado desde el 29 de marzo al 12 de abril han enviado al paro a 2,7 millones de trabajadores, a partir del lunes de pascua, lunes 13, ya podremos ir a trabajar. Eso sí, una vez terminada sus ocupaciones laborales, a casa y cerrado a cal y canto. Pero no se crean que un error del Gobierno, era para “salvar vidas”.

Estatuas

Muchos españoles sospechan que el comunista Pablo Iglesias nos lleva al totalitarismo comunista. Se equivocan: el que nos lleva al Gulag es el propio Pedro Sánchez, quien ahora da pábulo a la interpretación bolivariana de “lo común”. Según Sánchez, con el coronavirus hemos descubierto “lo común” (prepárense para escuchar este concepto a partir de ahora), o sea el dinero que yo os arrebato a la fuerza, vía impuestos, y que reparto como quiero y entre quien me pete.

No es broma. Según Sánchez, la lección que sacamos de la crisis del coronavirus es que hay que aumentar el Estado del Bienestar y que, amenaza, os va a endeudar más. Incluso tuvo la grosería de decirles a los jóvenes que les vamos a endeudar más a ellos, pero que tienen que estar entusiasmados porque lo hacen por la patria. Vamos, por lo ‘común’. Y tiene razón: son nuestros hijos los que van a pagar un deuda impagable, próxima al 100 por 100 del PIB y que don Pedro piensa aumentar. Y naturalmente, si emites más deuda tendrá que pedir más impuestos a los españoles… para pagar una deuda impagable.

Ni Iglesias ni Sánchez, aclaran el pequeño detalle de que cuanto más crezca ‘lo común’ más crece el poder del Gobierno que recauda ‘lo común’

Yo diría que la lección de la crisis del coronavirus es precisamente la opuesta: que Europa no tiene ninguna capacidad de reacción, por falta de margen, frente a una pandemia, como si la tiene un economía mucho más ágil, como la norteamericana.

Este es un país que condena y persigue al creador de riqueza mientras avala y sostiene al vago, al que trabaja lo justito porque sabe que siempre podrá contar con una subvención pública y, además, lo exigirá como un derecho a cambio de un voto.

Es el mismo gobierno que hace que la maternidad resulte heroica y que asegura que se podrán pagar unas pensiones impagables, porque somos una sociedad envejecida.

“La crisis nos ha cambiado la vida”, asegura Sánchez. Sobre todo la suya, señor presidente.

“La salud y la vida están en riesgo”, repetía el inquilino de Moncloa mientras RTVE le colocaba no una, sino dos traductoras al lenguaje de los sordomudos. A lo mejor era una cuestión de acentos, o de relevo por agotamiento de las traductoras, porque Sánchez ha hecho buena esa meme de internet donde un propio explica que ya le ha perdido el miedo al coronavirus que ahora sólo teme a los discursos del presidente.

“Nosotros y nosotras”, la ideología de género por bandera: ni el coronavirus doblega el sectarismo de Sánchez

Y luego el chantaje, a la oposición: “El confinamiento ha servido para salvar vidas… decenas de miles de vidas”. Insisto: y suprimir los coches también salvaría muchas vidas, muchas más que el confinamiento. Por tanto, estoy dispuesto a firmar unos nuevos Pactos de la Moncloa. Sánchez exige unidad pero más parece estar exigiendo connivencia. La oposición, al igual que los ciudadanos, deben hacer lo que él dice por que si no, estaremos matando vidas, seremos unos verdaderos homicidas.

Y eso sí, él no reduce su sectarismo ni un adarme. Y así, mientras exige obediencia ciega insiste en el “nosotros y nosotras” que además de una emblema de la macabra ideología de género es una incorreción gramatical como la copa de un pino. Usted no es ‘nosotras’, señor presidente, porque no es mujer. Implorar a todos y a todas.

El resto son elogios del tirano: por ejemplo, no faltó la felicitación a los sanitarios…  a quienes no ha dotado de medios. También a los españoles por su solidaridad: más bien ha sido una solidaridad forzosa, y eso le resta mérito.

Y nos prepara para más hachazos a la libertad: “Cuando el virus se haya controlado, seguiremos en alarma”… y en arresto. Más: “la vacuna de demorará unos meses”, así que amenaza con otro plan de medidas en el que impondrá medidas de higiene individuales y colectivas, actuaciones sanitarias e iniciativas tecnológicas de control y seguimiento. Las tres parecen muy bonitas pero eso significa que están ustedes pensando: menos liberad, más esclavitud.

Lo demás es propaganda: el “nadie va a quedar atrás”, por ejemplo. Muy cierto, nadie se quedará atrás, porque nadie podrá dar un paso al frente: estaremos encallados gracias a la política de Sánchez, todos atrás.

Finalmente, el presidente del Gobierno se invistió Churchill, un personaje que le gusta mucho. Sánchez no pide sangre, sudor y lágrimas sino “sacrificio, resistencia y victoria”. Yo pensé que las victorias no se pedían: se conseguían.

“Todos somos parte del mismo cuerpo”. Es como el Cuerpo Místico sólo que la cabeza no es Cristo, sino Sánchez.

“Empezamos a ver la luz al final del túnel”. No, presidente, es un coche que viene de enfrente y se nos va a empotrar.

Siempre rendiré tributo a los fallecidos” por el coronavirus. Un funeral es un honor que Sánchez siempre está dispuesto a conceder.

"Saldremos mejores del estado de alarma", clama el prócer. Y mucho más sumisos a Sánchez, convertido en una dictador bananero, tal y como ha reflejado una meme de urgencia de Internet (ver Gráfico), porque lo triste es que las denostadas redes sociales representan mejor que los parlamentarios el pensamiento general de los españoles.

El presidente chantajea al país con el coronavirus: yo digo lo que hay que hacer y vosotros tendréis que apoyarme aunque os repugne: si no, estáis cortando vidas

Caminamos hacia un totalitarismo regido, no por un Stalin sino por un Idi Amin Dada.

Pero el que impone el ideario -comunista, por supuesto- es el otro gran feministo, vicepresidente Pablo Iglesias, que -asegura El Español- ha dejado a su señora Irene por la hija del señor Verstringe, al que también ha elevado a cargo público.

Se podrá decir lo que se quiera del ‘feministo’ Iglesias pero algo hay que debemos reconocer: siempre deja a sus ex estupendamente colocadas. Don Pablo sí que sabe conjugar el “nosotros y nosotras”. Y encima, no le pilla el coronavirus: ¡Aprenda don Pedro!