Tiempos de locura y de grandes descubrimientos. Por ejemplo, hemos descubierto que la entrañable ministra de Cultura y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, no es la abuelita de Caperucita: es el lobo.

Se burló del diario ABC, “que dice tener 114 años”, arremetió contra el representante de OK Diario, nada menos que con los medidores de plagios, que se han demostrado un ‘bluf’. Hasta RTVE, que estuvo toda la mañana repitiendo la prueba “definitiva” de la inocencia de Pedro, el software antiplagio, se vio obligada a cambiar de registro cuando una ristra de expertos aclara que el software antiplagio depende de cómo se programe el programa.

Y las preguntas siguen en pie: Si Montón era «excelente», ¿por qué dimitió? ¿Y por qué no dimite Sánchez, que ha hecho lo mismo que Montón?

¿Qué salva a un país desquiciado? Su sentido del humor: vean los memes que circulan por la WWW, o vean la tesis doctoral de Gabriel Rufián, que sí la ha entregado. Aquí, una pequeña prueba del humor español que se ha hecho con las redes:

Tesis Rufián

En resumen, aquí todos son malos y ninguno es culpable. Todos utilizan los trabajos fin de máster o la tesis contra el adversario pero ninguno debería dimitir, por no citar adecuadamente, robarle ideas a otro autor o convertir un informe público en una tesis privada. Oiga si Chesterton y Juan Pablo II vivieran, a lo mejor me denunciaban, porque les robo, plagio y repito sus ideas. Y no siempre les cito o no siempre lo hago correctamente.

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No, lo peor de Pedro Sánchez, mucho más canalla que el presunto plagio o el 'negro' (que de ambos ha habido), es que ha utilizado a su “amiga” Carmen Montón como cortafuegos para que el incendio no le llegue a él. Porque si Montón, así lo dijo ella y así dicen en Moncloa, dimitió, no por falta de honradez, sino para no perjudicar al Gobierno, lo cierto es que don Pedro le está perjudicando mucho más. Ergo, dimisión inmediata.

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Mejor: que dimita toda la clase política española. Empecemos de nuevo. Necesitamos una segunda Transición, que termine con el cainismo reinante hoy en día. Además, o abordamos una segunda Transición –con la receta prescrita de paz, piedad y perdón- o acabamos en una Segunda Guerra Civil. Elijan.