E.On ha logrado unos ingresos de 30.503 millones de euros en el primer semestre, casi el doble (en concreto un 90% más) que hace un año, tras la compra de Innogy (la división de renovables y redes de RWE). Sin embargo, esta operación también ha tenido otra consecuencia menos positiva en la deuda, que sigue engordando: ha subido un 11% (4.200 millones), hasta los 43.056 millones.

De esta forma, la energética alemana ha vuelto a mostrar un apalancamiento muy superior a su capitalización (26.000 millones). Por su parte, el beneficio neto ha ascendido a 359 millones hasta junio, un 7% superior al de hace un año, a pesar de la pandemia del Covid-19, pero E.On ha decidido rebajar las previsiones anuales: ahora espera un beneficio neto antes de extraordinarios de entre 1.500 y 1.700 millones y un impacto negativo del coronavirus del 2% (unos 300 millones) en el Ebitda si no hay nuevas medidas de confinamiento.

El beneficio operativo se ha disparado un 60,2%, hasta los 1.623 millones. Un resultado operativo fuerte pese a la pandemia, según el CEO de E.On, Johannes Teyssen, quien ha considerado que “podemos mirar hacia delante el segundo semestre del actual año con mayor confianza”.