Primero fue la guía de autocuidados 'Mala de acostarme' elaborada por la experta María Martín Barranco -licenciada en Derecho y consultora especialista en intervención social con enfoque de género- estructurada en seis cuadernillos prácticos para que las lectoras fueran consciente de su grado de autodescuido y aprendieran estrategias de autocuidado personal: “Las descuidadas”;  “Mala de acostarme”; “Espejito, espejito”; “Así me gusta”; “No me da la vida”; “Me quiero, me cuido”.

Entonces, la autora de la guía explicaba que el eje del documento son “nuestros descuidos, esas cosas que nos parecen «normales» y nos dejan hechas polvo” y va desglosando a través de los cuadernillos indicaciones para que cada mujer, “a su ritmo” vaya redirigiendo estos comportamientos que “siempre tienen resultados perversos”. 

Por si a las mujere no les queda claro que vivir en pareja o cuidar a los demás provoca autodescuido, ahora, el Instituto Canario de Igualdad, uno de los 'retoños' del ministerio que dirige Irene Montero, elabora un estudio dirigido también a la población femenina, con la misma conclusión que la guía anterior: la vida en pareja repercute negativamente en el autocuidado de las mujeres.

Según publica ABC, como se señala en el estudio, "el autodescuido en las mujeres se aprende como mandato patriarcal y romperlo genera culpa, remordimientos y estrés, lo que afianza los patrones de autoviolencia".

Así, "la sobrecarga de dobles y triples jornadas dejan a las mujeres sin tiempo personal de ocio y descanso que les permitan alcanzar los mayores niveles de plenitud vital en las mismas condiciones y plazos que los hombres en similares circunstancias personales, económicas y vitales"

Los descuidos sobre los que se puso el foco de trabajo fueron la falta de atención al cuerpo y al bienestar físico; la alimentación; el peso e imagen corporal; el placer; el tiempo de trabajo, ocio y descanso y el bienestar emocional.

Entre algunos de los porcentajes extraídos se señala que el 92% de las mujeres se siente culpable por decir no a algo que sí pueden hacer y del total de respuestas, casi la mitad, habitualmente o siempre.

En esto es en lo que las instituciones feministas se gastan el dinero de nuestros impuestos.