Uno trata con más empresarios y financieros -todos ellos gente de mal vivir- que con políticos, gente de mucho peor vivir… aún. Y la tónica general de ahora mismo en el mundo económico español puede resumirse de la siguiente forma: olvidémonos de los políticos, vivamos al margen de la política. Sabia actitud y la única pega que se puede oponer es la siguiente: ¿es posible tal cosa?

En el entretanto, Quim Torra -¿Qué haríamos sin él?- ha convocado elecciones en Cataluña… sin fecha. Otra originalidad. De inmediato, el PP decide aliarse con Ciudadanos, no con Vox: mal comienzo.

El virus centro-reformista condena a Casado al centro-reformismo: Vox no ha triunfado por ultra, sino por católico

Veamos: la historia del PIN parental es la historia del PP veleta: un Pablo Casado cediendo ante los progres del PP. La diferencia entre al aznarismo y el marianismo es que Rajoy es un acomplejado ante la progresía, muy consciente de su condición, mientras el sobrado Aznar es otro acomplejado ante la progresía… sólo que no lo sabe.

Por eso aconseja a Casado que se enfrente al PSOE “como si no existiera Vox” y a Vox “como si no existiera el PSOE”, uno de los consejos más estúpidos que recuerdo. Estúpido porque Vox no es un partido ultra es un partido católico, no progre… el único que hoy tiene ese apellido en el Congreso de los Diputados.

Santiago Abascal no debería enfrentarse al PP sino cambiar al PP: devolverle a sus principios cristianos… o habrá Sánchez y frentepopulismo para rato

Y entonces va Casado y se alía con Ciudadanos, y Arrimadas acepta aliarse con el PP para no desaparecer. Es cierto que en Cataluña, sólo en Cataluña, la alianza puede tener sentido, porque el voto conservador catalán, el españolista, huyó del PP para refugiarse en Ciudadanos mientras que a Vox le cuesta abrirse hueco en aquella comunidad autónoma. Pero aliarse con Cs moribundo en lugar de con Vox, revela mucho y malo en el PP.

El virus centro-reformista condena a Casado al centro-reformismo: Vox no ha triunfado por ultra sino por católico. Recuerden lo ocurrido con el PIN parental: Casado comenzó asegurando que a sus hijos los educaba él, no el Estado. Pero enseguida sea arrugó y Díaz Ayuso -esa mente poderosa- y Juan Manuel Moreno -ese progre comprimido- empezaron a ensalzar los tópicos progresistas en contra de “la libertad de enseñanza", precisamente una de las señas de identidad de aquel PP creado sobre valores cristianos.

Al mismo tiempo, Santiago Abascal no debería enfrentarse al PP sino cambiar al PP: devolverle a sus principios cristianos. No debe aspirar, al menos por ahora, a La Moncloa, sino aliarse con el PP, poniendo por delante los principios cristianos que caracterizan a Vox en lo social (empleando la singular terminología de Zapatero) y los principios de liberalismo económico (sí, liberalismo económico, entendido como defensa de la propiedad privada y del mérito y el esfuerzo) que el PP ha perdido, diluido como está en la socialdemocracia cutre de Cristóbal Montoro.

El mundo empresarial ha decidido sobrevivir al margen de la política. Pero es difícil

Porque, o hay alianza Vox-PP, con una alternativa cristiana al sanchismo… o  habrá Sánchez para rato. Y ojo, a día de hoy, Casado 89 diputados y Abascal ‘solo’ 52. Ergo, el cabeza de lista de esa alianza debería ser Casado… con otra cabeza, más cristiana.

Un Pablo reconvertido, que esta obligado a mandar a paseo a Feijóo, Alfonso Alonso, Cayetana Álvarez de Toledo, Javier Maroto… y a Aznar. Sólo entonces podrá recuperar los valores católicos del PP. Sí, hombre, sí: hubo un día en que los tuvo, hace tantas lunas… cuando los peperos eran más coherentes y un poco más valientes.