En esta nota de Reuters-Europa Press (no se la pierdan) se condensa toda la gran mentira sobre el cambio climático. No se trata de caer en el negacionismo, contradecir cualquier aviso de cambio climático (aunque casi todos ellos se exageran interesadamente), sino de discutir las consecuencias apocalípticas con las que nos bombardean. Por ejemplo:

  1. Es discutible que el cambio climático exista, pero mucho más discutible es que este cambio climático sea definitivo y no una repetición del continuo cambio climático experimentado por la historia.
  2. ¿Todo los efectos de ese posible cambio climático son malos? Pues no, los hay malos y los hay buenos.
  3. ¿Las causas del cambio climático son las que han determinado los adictos a la nueva religión -más bien secta- panteísta afincada en Naciones Unidas? No, desde luego.
  4. Lo peor: las soluciones al cambio climático que se pregonan por los cinco continentes, ¿son las adecuadas? ¿O estamos haciendo lo de los alcaldes progres –por ejemplo, doña Manuela de Madrid– que intentan disminuir la circulación con reducciones obligatorias de velocidad, creando así más embotellamientos y, por tanto, más contaminación?

Con la excusa de salvaguardar el planeta tierra, el hombre renuncia a su libertad

No se pierdan el despacho de agencia, por favor, porque la inversión de términos y conceptos –no falta ningún sofisma– sirve para desmentir la gran mentira del cambio climático y, sobre todo, la canallesca tarea de los esforzados luchadores contra el calentamiento global (más bien, calentamiento mental), que siempre acaba, no se engañen, en reducir la población, lo mismo que deseaba el Ebenezer Scrooge de Charles Dickens en Cuento de Navidad. Sí, no olvidemos que el cambio climático les encanta a los ricos: es más fácil y barato adherirse al cambio climático que alimentar al hambriento.

Y así, la mayor tiranía del planeta, la China de Xi Jinping, se convierte en ejemplo a seguir

Otrosí: otro mandamiento de la nueva religión climática: la mejor manera de acabar con el hambre es acabar con los hambrientos: esterilicemos a la raza humana, especialmente a las clases medias, verdadero enemigo de la riqueza y de la vagancia. Los ricos siempre han optado por esta eficiente medida.

Entonces, llegamos a la conclusión más terrible: el objetivo oculto de la lucha contra el cambio climático no es otra que la destrucción del hombre.

Sí: la lucha contra el calentamiento global, y para preservar al planeta, exige que el hombre sea destruido, porque es el gran depredador.

La ecología, un peligro para la libertad

Pero hay más. Con la excusa de salvaguardar el planeta tierra, el hombre renuncia a su libertad. No lo duden: el miedo telúrico de la nueva religión ecológica, que utiliza el apocalipsis climático para imponer su despotismo.

Es lo de cada día: aceptamos cualquier media, por estúpida que resulte, con tal de que se haga en nombre de nuestra salud o de nuestra seguridad. El miedo a la muerte y al dolor (salud y seguridad) de una humanidad descreída hace el resto.

Y la adoración del planeta en detrimento del hombre, elemento depredador que debe ser destruido

Y así, por ejemplo, la mayor tiranía del planeta, la China de Xi Jinping, se convierte en ejemplo a seguir. ¿Por qué? Porque define el cambio climático. No es broma, el presidente de Samoa Occidental dice que todos los países deberán seguir el ejemplo del mayor tirano del mundo.

La ecología constituye un peligro para la libertad. Y la adoración del planeta, el detrimento del hombre, feroz elemento depredador, que debe ser destruido.