La banca acreedora de Duro Felguera no quiere hablar de cambios en el consejo ejecutivo de la ingeniería por una razón tan sencilla como contundente: ¿para qué hablar de cambios si el principal problema -a saber, la entrada de dinero nuevo- no está ni se le espera? En la pregunta, que lleva implícita una respuesta, se condensan todos los dimes y diretes sobre los cambios en la dirección.

El pesimismo se ha instalado en los bancos -también, o sobre todo, en el estado de ánimo de sus negociadores-, que ven que el tiempo apremia sin que se despeje la principal incógnita: el socio que aporte los 125,7 millones en una ampliación de capital. Por eso la amenaza de concurso de acreedores es seria y terminante. El comunicado a la CNMV de Duro Felguera, no cambia nada esta dramática realidad. En esa nota, la ingeniería eleva al 90% las adhesiones de la banca al plan de refinanciación, con la que se cubre el 100% de la deuda. 

Los bancos tienen una fecha concluyente en el calendario: el 30 de junio

El problema sigue en el nuevo socio, no en las adhesiones al plan o en el cese o no de José Carlos Cuevas, el director financiero. ¿Para qué y en estos momentos? La fecha apuntada en el calendario de los bancos es el 30 de junio. Si para entonces no llega el anhelado socio, la única vía es el concurso.

Es más, para los bancos Duro Felguera no es Abengoa, que corrió distinta suerte y superó su etapa más crítica con un plan de reestructuración. Abengoa tenía algo que no tiene la asturiana, activos valiosos, lo que marca una diferencia esencial con la andaluza. Duro Felguera vale lo que valen sus contratos (sobre todo llave en mano), menguantes por las circunstancias, y que tampoco están muy claros.

Entra dentro de lo colateral, valga la expresión, el cese o no de José Carlos Cuevas, tras el malestar expresado por el expresidente Ángel del Valle por la información remitida en octubre a la Fiscalía Anticorrupción.

Esa documentación, filtrada antes de la dimisión de Del Valle, provocó la entrada de agentes de la Policía Judicial, el pasado día 10, en la sede de la empresa en Gijón para buscar más pruebas de los presuntos sobornos pagados a Venezuela, entre 2008 y 2013 (unos 90 millones), para conseguir adjudicaciones (la central de Termocentro, en concreto, por 1.500 millones).

Javier Fernandez, presidente asturiano, no presiona a la banca, pero sí a otra ingeniería de la región: TSK

A los bancos, sin embargo, todo eso les parece secundario. No es momento de cambios, una cosa menor en la coyuntura actual. Sobre todo, porque los informes que tienen sobre la mesa de Rothschild y Fidentiis, encargados de encontrar un inversor dispuesto a poner dinero, son muy pesimistas. Esas dos firmas de inversión no han conseguido siquiera -y llevan meses en el intento- que una empresa o un inversor institucional se sienten a hablar.

El presidente asturiano, Javier Fernández, es consciente también del problema. No presiona a la banca, dicho sea, sino a TSK, la otra ingeniería asturiana y puntera, gracias al impulso de Sabino García Vallina, su principal accionista y la segunda fortuna del Principado tras los Masaveu. Paradójicamente, TSK se ha hecho fuerte con los mismos ingenieros que fueron dejando Duro Felguera.