La cadena de supermercados DIA no deja de estar en el ojo del huracán. El magnate ruso Mikhail Fridman, dueño de casi el 70%, ha tensado aún más la cuerda con la banca acreedora y lo ha pagado en bolsa (las acciones han caído un 2,2% y se han depreciado casi un 80% en un año). Ahora ha amenazado con romper el acuerdo alcanzado ‘in extremis’ el pasado 20 de mayo y no lanzar la ampliación de capital.

¿La razón? El plazo para negociar una inyección de liquidez adicional de 380 millones de euros acabó el pasado sábado día 15, pero es condición sine qua non para hacer la ampliación de capital de 500 millones que LetterOne se comprometió a tener lista antes del 19 de julio. El tiempo apremia.

En el comunicado remitido a la CNMV (ver adjunto), insiste en que las negociaciones continúan, con el fin de cerrar un acuerdo “lo antes posible”, así como “una estructura de capital viable a largo plazo para DIA en términos y condiciones aceptables”. Pero la amenaza no es baladí, porque la cadena de supermercados necesita la ampliación de capital para tener un futuro y evitar la quiebra: cerró el primer trimestre con una deuda de 1.702 millones, un patrimonio negativo de 308,5 millones, pérdidas de 144 millones y caídas de Ebitda y de ventas. A todo esto se suma el hecho de que debe afrontar el pago de unos 300 millones en bonos antes del próximo 22 de julio y para ello necesita ampliar capital, aunque sea a un precio mínimo (a 0,10 euros, o sea, al valor nominal de las acciones).