Las consultoras acostumbran a hacer estudios a ver si se los compran y este se lo han comprado: sobran la mitad de las sucursales, que al cierre de 2019 eran 24.004, según el Banco de España. El objetivo es homologar la cifra a la de los países de nuestro entorno, que cuentan con entre 12.000 y 13.000 oficinas bancarias, aunque, en muchos casos, tengan más población.

El ajuste desde septiembre de 2008, cuando alcanzamos el máximo con 45.700 sucursales, ha sido brutal y se ha apoyado, principalmente, en la consolidación del sector. Efectivamente, las fusiones bancarias han sido el principal motor del ajuste. Sólo en 2019 se cerraron unas 2.000 oficinas, tras la integración total del Popular en el Santander y el ERE de Caixabank.

Cada día trae su propio afán y cada año, su propio ajuste. Si algo ha conseguido el confinamiento es acelerar la digitalización de la banca. Hasta los clientes más veteranos se han lanzado -a la fuerza ahorcan- a operar a través del móvil. Los objetivos de un año se han alcanzado en tres meses. Dicho de otra manera: el confinamiento ha acelerado la digitalización, que no es otra cosa que cerrar oficinas sin reducir la plantilla.

De momento, según datos de las propias entidades, la gran banca echará el cierre de algo más de 800 sucursales durante 2020: Caixabank cerrará unas 300 oficinas; Sabadell, 230; BBVA, unas 160; y Bankia, alrededor de 140.

La plantilla, sin embargo, no se tocará, más allá del ajuste habitual que vienen realizando las entidades desde hace años y que afectan, sobre todo, a las prejubilaciones. Ahora bien, las entidades también han aprendido algo muy importante durante el confinamiento: con el cien por cien de los servicios centrales teletrabajando, y teniendo en cuenta que algunos empleados se lo han tomado con mucha calma, han comprobado que el banco ha seguido funcionando con total normalidad.

De momento no sobran trabajadores en la red bancaria. Ya veremos si ocurre lo mismo con el corporativo.