Consejo de Ministros del martes 7 de julio. Salen a escena, María Jesús  Montero, acompañada de Pablo Iglesias, José Luis Ábalos y Juan Carlos Campo. El vicepresidente, cómo no, se convierte en la estrella de la Fiesta. Hoy en su papel de policía bueno, pero siempre atacando, con su peculiar estilo entre demagógico y cantinflesco.

Ahora le ha tocado a la prensa. Ojo al argumento del inefable retórico: como resulta que la prensa es el cuarto poder debe estar sometido -censurado y presionado- a las mismas reglas de control que el resto de poderes.

El vice vuele a confundir la gimnasia con la magnesia. Los poderes públicos son tres: legislativo, ejecutivo y judicial. La prensa no es un poder, aunque, en expresión figurativa, le llamen el “cuarto poder”. La prensa no escribe el BOE ni interpreta el BOE. Su control está en sus lectores: si no les gusta se hunde y pasa un proceso electoral cada día. Pero le controla el mercado. Si le controla el poder civil, por ejemplo, Pablito Iglesias, entonces estamos ante una dictadura.

Prosiguen las moratorias y las subvenciones del Gobierno: moratorias, de hipotecas y alquileres, no cortar la luz, ni el agua, etc… ¡cuando le quitemos la anestesia al enfermo!

Más mentiras paulinas. Caso Dina Bousselham. Insiste en una técnica goebeliana: hay que repetir las mentiras, que nunca se convertirán en verdad pero que, de tanto reiterarlas, nadie se atreve a negar.

De esta forma, Iglesias obliga al “cuarto poder” a preguntarle lo que nadie quiere preguntar porque resulta un poco desagradable. Pregunta hipotética que podríamos formular así:

-Señor Iglesias, ¿el origen de todo este escándalo es que usted mantuvo relaciones sexuales con la señorita Bousselham?

Pues dígalo, hombre, dígalo. ¿Acaso no es usted partidario de la libertad sexual y del amor libre?  

Porque, oiga, de otra forma, no se entiende qué tenía que proteger Pablo Iglesias a la mayor de edad Dina Bousselham y ocultarle su teléfono durante seis meses.

Boris Johnson sabe que a los necesitados no hay que darles limosnas para convertirles en mendigos, hay que darles trabajo para convertirles en seres libres

Como tampoco se entiende por qué el editor de un grupo informativo, Antonio Asensio, y el director de una revisa escandalosa, luego en la Secretaría de Estado de Comunicación de Sánchez le entregaron a Pablo Iglesias una tarjeta de teléfono pinchado… ¡que no era propiedad de Pablo Iglesias!

Más acuerdos del Consejo de Ministros. La verdad es que cada vez que sale el vice Iglesias, la inefable Marisú Montero desconecta. Así, entre nosotros, como le ocurre la vice económica Nadia Calviño, Marisú no aguanta al podemita. Es superior a sus fuerzas.

José Luis Ábalos, titular de Fomento y el siete-sabios de Podemos se reparten la explicación de la panoplia de moratorias y subvenciones varias: si los ertes se alargaron tres meses más, hasta el 30 de septiembre, lo mismo se hace ahora con la moratoria de alquileres de hipotecas, con la prohibición de cortar el agua, la luz o el gas.

Y todo está muy bien, pero significa que el enfermo -la economía española- continúa con anestesia y que no puede permanecer con anestesia eternamente. El día en que se le retire la morfina, además de la factura que vamos a pagar en materia de deuda, si el enfermo se encuentra sin fuerzas, es decir, si continúa sin generar ingresos… seguirá sin poder pagar. ¿Y entonces?

Pero a todo esto, el vicepaulino le llama escudo social, término bello, muy bello, y política keynesiana: que alguien le pase a este chico un resumen de Keynes, por favor.

No se lo cuenten a nadie, pero Marisú Montero no soporta a Pablo Iglesias

Este Gobierno opta por ofrecer limosnas a los menesterosos en lugar de puestos de trabajo. Pero lo keynesiano es lo de Boris Johnson, quien ha puesto en marcha un gigantesco programa de infraestructuras, porque sabe que a los necesitados no hay que darles limosnas para convertirles en mendigos, hay que darles trabajo para convertirles en seres libres y, ojo, si no lo aceptan, si no quieren trabajar, se les quita la subvención,

Por cierto, Ábalos, cada vez peor: parece haber vuelto a sus orígenes comunistas. Le preguntan qué va a hacer con Iberia y responde que sólo actúan a requerimiento de las empresas.

Gobierno de demagogos y limosneros. Y todavía piensan que esto lo va a solucionar Europa. La Europa del norte no se queja del menor nivel de vida de la Europa del sur, eso les importa un pepino. De lo que se quejas es de Podemos, y ahora del PSOE, partidos de voto cautivo y de alimenta-vagos… que ellos no están dispuestos a pagar. Y tienen razón, pero en España nos vende Iglesias lo del escudo social… y nos lo creemos.