Isabel Celaá, ministra de Educación y portavoz del Gobierno, representa el paradigma de lo que Ortega y Gasset llamara “la soberbia vasca”. Así, en su habitual estilo, que une pedantería y chulería al 50%, la titular de Educación del Gobierno Sánchez ha expelido este jueves que el artículo 27 de la Constitución española no asegura que los padres puedan elegir el colegio que quieren para sus hijos y tampoco que vayan a recibir educación católica.

Y esto lo soltó en el XV Congreso de Escuelas Católicas, para dejar claro quién maneja el dinero de los contribuyentes, incluido el de los contribuyentes católicos o quien, como diría Miguelito, el de Mafalda, tiene el pirulí por el palito.

Y la ministra portavoz se envanece: su ley de educación se llevará a cabo. Una ley que supone pervertir a los niños desde la ideología de género y premiar a los vagos

Ahora bien, si no son los padres los que deciden qué educación reciben sus hijos en el colegio, por tanto, a qué colegio llevan a sus hijos, ¿quién lo decide? ¿la ministra Celaá?

Y en cuanto a la educación religiosa, en la que sinceramente tengo pocas esperanzas, ¿no forma parte de la normativa estatal, empezando por los acuerdos Iglesia-Estado? ¿O es que el gobierno Sánchez ha decidido dejar de cumplir los acuerdos internacionales?

Y de paso se autonombra ministra de Educación en el próximo gobierno PSOE-Podemos. ¿Pero no lo estaban negociando?

De paso, y a pesar de que todos creíamos que el futuro gobierno PSOE- Podemos no estaba formado aún, doña Isabel ha dicho que su borrador de proyecto de ley educativa se llevará adelante.

Como ya hemos explicado en Hispanidad, esa ley supone un ataque directo a la enseñanza católica y su sustitución por el lavado de cerebro a los niños en forma de ideología de género. En otras palabras, pervertir a la infancia.

Y de paso, terminar con la enseñanza concertada y generalizar la escuela pública teledirigida.

Confirmado: Pedro Sánchez quiere fulminar la educación católica. Su ministra, Isabel Celaá, educada en un colegio católico y profesora de un colegio católico, lo tiene claro: se trata de cargarse la educación católica.

No será Podemos quien se oponga.