El próximo 10 de octubre Sebastián Albella debería renovar como presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), puesto para el que fue nominado por Luis de Guindos.

Lo tiene difícil. En teoría, su ratificación depende de la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, pero es sabido que desde que Podemos entró en el Gobierno, Calviño manda menos que un gitano en un juzgado.

Recuerden que a Economía también se la dejó a un lado en el nombramiento de Cani Fernández como presidenta de la CNMC. Ahí fue directamente el dedo de Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, quien decidió.

Pero, en este caso, quien ha puesto la proa a don Sebastián es Carmen Calvo para quien se trata de una “incompatibilidad con patas”.

Tampoco cuenta Albella con el apoyo de su equipo: en la CNMV, se le considera débil con el fuerte y fuerte con el débil

Recuerden que Albella ha sido socio director en España del famoso bufete británico Linklaters, bufete con sede en Londes Que forma parte del llamado ‘círculo mágico’ de los abogados de la City.

Y pasar de cobrar a los clientes a fiscalizarlos, no parece una buena idea. Carmen Calvo piensa en casos polémicos, antiguos clientes del bufete, como el Banco Popular, donde LinKlaters felicitó a la entidad por la crucial ampliación de capital, un año antes de la intervención y en la que ahora Las salvas se volvieron lanzas y Albella ha prometido contratar el mismo equipo Ron al que entonces felicitó y que entonces pagaba a Linklaters.

O los trabajos realizados para Linklaters para Slim, al que ahora se le ha permitido hacerse con Realia a pesar del enfado de muchos pequeños accionistas. O el caso DIA, una historia de polémicas ampliaciones y presuntos prejuicios para el pequeños accionista: Linklaters trabajó para LetterOne, el instrumento del ruso Mikhail Fridman.

En resumen, Calviño manda poco, pero esta vez parece haber consenso en el Gobierno.

Tampoco cuenta Sebastián Albella con el apoyo de su equipo: en la CNMV, se le considera débil con el fuerte y fuerte con el débil. Sí, tiene difícil la renovación.