Hagamos una breve cronología de los hechos: marzo 2020, cierre de los colegios por ser focos de contagio... septiembre de 2020, la ministra de Educación, Isabel Celaá afirma que los centros educativos son lugares más seguros que otros espacios alternativos a los que puedan ir jóvenes o niños. Seis meses después, dice la titular de Educación, la evidencia científica dice que los niños no son los ‘superdiseminadores’ del virus como se pensaba entonces». Pues ya podían haber pensado menos y confirmado más, que entonces, en marzo, se obligó a encerrar en sus casas a niños y padres. Padres que debieron ejercer no sólo de progenitores, sino también de profesores y animadores, además de desarrollar sus respectivas tareas laborales.

¿Tanto ha cambiado la situación desde entonces? En marzo los niños no podían estar con sus abuelos por que entrañaban mucho riesgo para los mayores. Ahora, abiertos los colegios, no es que puedan estar con ellos, es que son muchos los que se ocupan de llevarlos y traerlos a los centros educativos. 

Pero eso parece que a doña Isabel le es indiferente. Ahora resulta que, afirma la ministra, el criterio para cerrar colegios será el de la situación epidemiológica del centro, no la que exista a nivel general en la Comunidad Autónoma o el país. «Lo primero que debe abrirse es la escuela y lo último en cerrarse y solo sería justo cerrar un centro si hay un contagio descontrolado». Justo al revés de lo que ocurrió en marzo. 

Y, una vez, Celaá a la responsabilidad de los padres -para eso tiene mucha facilidad- para que los niños no vayan al colegio con síntomas. Eso sí, disculpas por el ensañamiento del Gobierno al imponer el confinamiento para niños y padres, ni una. 

Estamos de acuerdo en que hay que la enseñanza no se puede parar. Y de hecho estos niños ya han visto destrozado un curso escolar proque tal como se confirma con las declaraciones de este jueves de la ministra, el Gobierno da palos de ciego en la lucha contra el coronavirus. Pero no se puede encerrar a los niños y sobrecargar a los padres porque el Ejecutivo, simplemente, no sabe qué hacer. 

Celaá, después de decir la semana pasada que había "un exceso de alarma" sobre la vuelta al cole, la ministra dice ahora que entiende la preocupación y lanza un mensaje de tranquilidad a las familias. "Las madres tienen que saber, los padres también, de que los beneficios de la escuela son mucho mayores que cualquier otra eventualidad". Seguro que después de la experiencia de tener a sus hijos seis meses encerrados en casa, señora Celaá, los padres no necesitan que usted les disuada de los beneficios de la escuela. Seguro que no. 

¿Pedro Sánchez va a pedir perdón a niños y padres?