Los acusados de la presunta violación múltiple de Sabadell eran magrebíes. No se les juzga por su origen sino por su salvajada (presunta).

Ahora bien, ¿por qué se esconde su origen en los medios? En cualquier noticia de tribunales se especifica la procedencia del acusado especialmente cuando ese origen tiene algo que ver con lo ocurrido.

¿Lo tiene? Sí, lo tiene. En el Magreb, y en general en todas las sociedades islámicas, el respeto a la mujer brilla por su ausencia.

Y encima chulería. Uno de los acusados entraba en el juzgado haciendo la señal de la victoria. (Ver vídeo)

Sin embargo, a las feministas españolas no les preocupa el origen de los violadores: eso sería racismo.

Y también porque si se trata de acusar de machismo, la especialidad de nuestras feministas es centrarse, exclusivamente, en el varón hispano.

Nuestra ministra de Igualdad, Irene Montero, aún peor: arremetió contra la re-victimización de la agredida sexualmente. Es más, la ministra y otras feministas apuntaban al fiscal. ¿Y qué quieren que haga el fiscal? Precisamente para condenar al violador, la mujer tiene que explicar -y es duro, sin duda- los pormenores de los hechos. 

Sí, es duro para la víctima pero más duro sería que, encima, el verdugo se fuera de rositas.

Y sí, el origen musulmán sí importa, ¿por qué se oculta? Porque para las feministas, por ejemplo, para Irene Montero los heteropatriarcales machistas son españoles, blanquitos y cristianos. 

Recuerden, en este sentido, que cuando las feministas increpaban a la manada de Pamplona, coreaban aquello de ¡Qué casualidad, uno era militar!, uniendo así la condición castrense a la de violador.

Miren por dónde, en Sabadell no les he oído gritar: "Tararí, tararí, uno era marroquí". A lo mejor es porque lo es más de uno.