La pandemia debida al nuevo coronavirus -escribe el Cardenal Robert Sarah- ha producido "trastornos" no sólo en las dinámicas sociales y familiares, "sino también en la vida de la comunidad cristiana, incluida la dimensión litúrgica". "Tan pronto como las circunstancias lo permitan, es necesario y urgente volver a la normalidad de la vida cristiana, que tiene como casa el edificio de la iglesia", ha escrito a los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Iglesia Católica el cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en una Carta sobre la celebración de la liturgia durante y después de la pandemia de Covid-19, titulada "¡Volvamos con alegría a la Eucaristía!”, con aprobación papal del 3 de septiembre.

Según Religión en Libertad, el Cardenal subraya que "aunque los medios de comunicación realicen un valioso servicio a los enfermos y a los que no pueden ir a la iglesia, y han prestado un gran servicio en la transmisión de la Santa Misa en un momento en que no era posible celebrarla comunitariamente, ninguna transmisión es equiparable a la participación personal o puede sustituirla. Por el contrario, estas transmisiones, solas, hacen que se corra el riesgo de alejarnos del encuentro personal e íntimo con el Dios encarnado que se nos ha entregado no de forma virtual, sino real, diciendo: "El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 56).

Además, confía "en la acción prudente, pero firme, de los Obispos para que la participación de los fieles en la celebración de la Eucaristía no se catalogada por las autoridades públicas como una 'reunión', y no se la considere comparable, y ni siquiera subordinada, a formas de agregación recreativa".

En esta carta se exhorta a facilitar a los fieles su participación en las celebraciones, pero sin improvisadas experimentaciones rituales y respetando plenamente las normas, contenidas en los “libros litúrgicos, que regulan su realización", y reconociendo "a los fieles el derecho a recibir el Cuerpo de Cristo y a adorar al Señor presente en la Eucaristía de la manera prevista, sin limitaciones que vayan incluso más allá de lo que prevén las normas de higiene dictadas por las autoridades públicas o los Obispos".

Por cierto, si el cardenal Sarah habla de volver a la normalidad, ¿es que seguimos en la anormalidad?