La deuda pública de España terminó el año pasado en los 1.311.298 millones de euros, cifra que equivale al 117,1% del PIB nominal del conjunto de 2020 (1.119.976 millones de euros) avanzado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El Gobierno se ha apresurado a festejar que ha sido menos de lo que habían previsto: el 118,8% para el conjunto de 2020.

Y eso ha sido porque la deuda se redujo en 1.292 millones de euros en diciembre respecto al mes anterior (-0,09%), según los datos publicados este miércoles por el Banco de España.

Mientras que en términos interanuales (diciembre de 2020 sobre el mismo mes de 2019), la deuda pública se ha incrementado en 122.439 millones de euros (+10,3%) por los mayores gastos y los menores ingresos derivados de la crisis del coronavirus.

Así las cosas, nos acercamos al estallido de una burbuja de deuda, tal y como ayer alertaba Carmen Reinhart, economista jefa del Banco Mundial, en El Economista: “Las bajas tasas de interés y la cantidad de liquidez llevan también a tomar más riesgos y a buscar retornos. Con esa búsqueda se están autoalimentando posibles burbujas en renta variable y bonos especulativos, bien sean soberanos o corporativos. Crear o alimentar nuevas burbujas es algo que también toca el tema de la fragilidad financiera que mencionaba anteriormente. La salud financiera estará impactada por el arrastre de los préstamos en mora y por esta toma de nuevos riesgos”.

Además, según destacaba ayer La Razón, la deuda sin control de España condenará el futuro de generaciones enteras. De hecho, según los pronósticos de los economistas, la deuda pública del Gobierno de Sánchez hipotecará de por vida a cuatro generaciones, es decir, a los españoles que nazcan desde hoy hasta 2121, si se tiene en cuenta que entre generación y generación transcurre un lapso de tiempo de un cuarto de siglo. Así, nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataranietos tendrán que trabajar para costear una deuda desbocada por la actual crisis. Por si fuera poco, la situación se complica aún más ante la pasividad del Ejecutivo de coalición, que, de momento, no parece dispuesto a adoptar medidas para poner freno a un endeudamiento descontrolado, debido a la negativa de Pablo Iglesias a cualquier tipo de ajuste o reforma, bajo amenaza de hacer saltar por los aires el Gobierno, añade el mismo medio.

La ventaja es que ya es una deuda europea. Recuerden, cuando la deuda del empresario español Eduardo Barreiros resultó impagable, Barreiros exclamó: "Ya puedo dormir tranquilo. Mi deuda es una deuda de Estado". Pues bien, ahora la deuda española es una deuda europea, al menos parcialmente europea. Eso significa que aún podemos ser más irresponsables... aunque sólo en una pequeña parte.