Francisco González (FG) ha dejado el BBVA, pero no del todo. Antes de ceder los mandos de la nave a Carlos Torres y a Onur Genç, negoció una serie de prebendas justificadas, si quieren, por el hecho de seguir vinculado a la entidad como presidente de honor. Me dirán que es algo habitual y, en cierta media, es cierto. Cuando un presidente se retira, sobre todo si ha estado al frente muchos años, se le concede, por ejemplo, despacho y coche oficial con chófer.

Poca cosa para alguien como FG, un auténtico visionario de la banca mundial, que dejó su despacho de La Vela para instalarse en el majestuoso Palacio del Marqués de Salamanca, en el Paseo de Recoletos 10 (Madrid), sede madrileña de la Fundación BBVA. Por supuesto, junto al despacho, FG se ha hecho instalar el gimnasio, algo imprescindible para él. Estar en forma es fundamental, y más aún en vísperas de los 75 años.

FG tiene derecho a utilizar el servicio de avión privado del BBVA

Además, no se puede descuidar algo tan importante como la seguridad. Ningún problema: FG también tiene guardaespaldas, que ser presidente de honor tiene sus riesgos. ¿O será por otras cosas? En cualquier caso, tiene guardaespaldas.

Luego viene el tema de los viajes y el engorro que supone facturar, esperar la hora de embarque, estar a expensas de retrasos y cancelaciones… y, sobre todo, algo tan desagradable como compartir avión con desconocidos. Tranquilos, FG tiene derecho a utilizar el servicio de avión privado del BBVA. Y cuando regresa al ‘hogar palaciego’ puede reponer fuerzas con el catering al que también tiene derecho.

Ya veremos si el banco le permite todas las prebendas tras el escándalo de las escuchas ordenadas a Villarejo. De momento, las mantiene. Qué dura es la jubilación.

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