Sr. Director:

Como siempre, se elige un caso estrella con protagonistas que se presten, y se utiliza emocionalmente en los medios de comunicación de modo que todos concluyan que la salida más digna es darle matarile a quien lo pida: un nuevo «avance progresista» que acabará imponiéndose. Pues si con la falta de natalidad que padecemos se nos ha impuesto el aborto, ¿cómo no van a imponernos algo tan «compasivo» como es facilitar la muerte a ancianos y enfermos, en una sociedad sobrepasada por los gastos en sanidad y pensiones? Y su aplicación gradual también será la de siempre. Primero, las escasísimas personas que pidan su propia muerte; después, aquellas que no puedan pedirla, pero lo harán otras por ellas; más adelante se irán ampliando los casos, y finalmente, una vez generada la presión de un ambiente donde determinadas personas sean vistas como una insostenible e insolidaria carga, la «dulce muerte» alcanzará a todos los que se encuentren en aquellas situaciones previstas por la ley. Mientras tanto, benditas y benditos sean quienes sacrificádamente se ocupan de ancianos y enfermos, porque siguen siendo el mejor ejemplo de humanidad.