Hemos tenido un verano con casos diarios de violencia de los pobres vulnerables: en Pozuelo de Alcorcón, con Carlos, a quien apedreaban sus okupas, en San Sebastián, con desalojo por una pelea que dejó dos heridos, en Cataluña, con un edificio en riesgo de derrumbe por los destrozos causados por los okupas. O en Madrid con amenazas de muerte a la propietaria o con una pelea entre okupas que acabó provocando un incendio en un edificio que terminó derumbándose. Hasta que llegamos a la cota máxima apalizando a una embarazada, o a una madre y su hijo o a un concejal en pleno tapiado en el desalojo. 

Y la 'vuelta al cole' nos trae más de lo mismo en el universo okupa. Lo cuenta Faro de Vigo, en una zona de la ciudad, en los alrededores de la calle Ramón Nieto, hay varias casas abandonadas y en ruinas, edificios enteros que están siendo okupados. 

En el cruce con la calle Silvana vive una mujer de 91 años, además de su piso tiene otro en la misma zona. Lo tenía vacío hasta que un vecino de otra vivienda le dio el aviso: se habían colado cuatro okupas, todos con antecedentes penales, según detalla el medio. 

Al enterarse, la señora llamó a la Policía para poner una denuncia y explicar lo sucedido. Pero como ya es habitual, las fuerzas de seguridad del Estado poco pueden hacer ante la normativa, simplemente esperar a la justicia, también con las manos atadas ante la Ley de Vivienda y el decreto antidesahucios, el Real Decreto 11/2020. Por lo que la señora decidió hablar ella misma con los okupas, recibiendo insultos y amenazas de muerte: «Métete dentro de tu casa o te rajamos el cuello».

A esta situación hay que sumar que los okupas usaban la vivienda como centro de trapicheo, con un constante flujo de gente que entraba a comprar droga, lo que provocó peleas a todas horas, "Los vecinos incluso llegaron a ver a gente portando bates de béisbol". 

La desesperación llevó a la propietaria a contratar a una empresa de desalojo exprés, Desokupa 24 horas, que recuperó la vivienda en 48 horas. Cuando consiguió volver a entrar en su casa, se la encontró destrozada por los okupas, mobiliario roto y estado completamente insalubre:  «Los okupas incluso llegaron a alquilar las habitaciones a otras personas. Era gente muy agresiva y conflictiva y que tenía antecedentes penales», declara Francisco Fernández, gerente de la empresa, al medio.