
Llevamos un mes de noviembre de lo más interesante. A los vaticanólogos no les faltan noticias, sólo que todas son malas.
Por ejemplo, los obispos alemanes no se han declarado cismáticos, simplemente practican el cisma y ya ponen por escrito sus bazofias doctrinales, todas ellas alrededor de la bragueta.
León XIV asegura que se siente desafiado pero no abrumado. Pues yo a veces preferiría que se sintiera abrumado por el desafío y diera un puñetazo encima de la mesa. Si no, obligará a actuar a la cabeza del Cuerpo Místico.Y eso a mí me asusta
El jubileo agasaja al prepotente lobby trans con invitación incluida al jubileo de los pobres -tenía entendido que no todos los trans son pobres-, un cardenal asegura que la religión cristiana no es la verdadera, jugando a eclecticismo, otro, encima hortera, con la coña de la Kairós, asegura que la cristiandad ha terminado (desesperación atea) y se queda tan ancho. Un tercero asegura que la liturgia es prescindible y que, ya puestos, el hombre es autónomo, vamos que puede prescindir de los sacramentos. Es la cúspide del modernismo, la madre de todas las herejías.
León XIV asegura que se siente desafiado pero no abrumado. Pues yo a veces preferiría que se sintiera abrumado por el desafío y diera un puñetazo encima de la mesa. Si no, obligará a actuar a la cabeza del Cuerpo Místico Y eso a mí me asusta un pelín.
Más que nunca, los males de la Iglesia están dentro y arriba. Tampoco estamos en tiempos de la revolución marxista, cuando los comunistas querían destruir a la Iglesia, estamos en los tiempos de la Revolución francesa, que pretendía conquistar a la Iglesia.
Más que nunca, los males de la Iglesia están dentro y arriba. No estamos en tiempos de la revolución marxista, cuando los comunistas querían destruir a la Iglesia, estamos en los tiempos de la Revolución francesa, que pretendía conquistar a la Iglesia. Sólo que el modernismo de 2025 implica la abominación de la desolación
Señores del Vaticano: ¿hay alguien ahí? Porque el modernismo en versión 2025 mucho me temo que nos lleva a la abominación de la desolación. Es decir, a la adoración de la Bestia y a la sustitución del sacrificio de la Cruz, de la Eucaristía, por una misa negra. A lo mejor desde dentro de la propia Iglesia.
¿Hay alguien ahí?









