Decía Vittorio Messori que la vida cristiana es decir, la vida, es un 'et et', una continua sucesión de paradojas, de sumar posturas y proposiciones aparentemente contradictorias, porque esta es la única opción que da razón a la existencia y otorga racionalidad al aparente y gozoso desorden vital. Lo único que, en definitiva, explica qué cosa es la vida.  

Viene esto a cuenta de la violencia creciente en todo Occidente. Millones de personas, también en España, tienen miedo de salir a la calle, donde espera, agazapado, el enemigo. Aguardan la hora "donde hay más gente", y se recluyen el resto del día en su casa. Viven escondidos en sus domicilios como en un fortín, porque el mundo exterior les produce miedo. 

Al cristiano se le exige mansedumbre total, pero también la valentía de no callar ni debajo del agua y de defender al débil, si fuera necesario con la fuerza

Me llama la atención que tanto criticar el mercadeo de armas en Estados Unidos y ahora resulta que en Europa está creciendo la autodefensa. Sí, por Internet te puedes comprar armas y aquellos que poseen licencia para determinadas actividades profesionales o deportivas, también las tienen a mano, por si acaso. 

En cualquier caso, un mazo, un hacha o un cuchillo pueden convertirse en un arma letal. Muchos que van al gimnasio no lo hacen para estar en forma ni porque les guste el deporte: lo hacen porque quieren defenderse en caso de necesidad. Y el miedo crece entre las mujeres porque se han disparado las agresiones sexuales, precisamente en tiempos de feminismo imperante. 

Ejemplo: el cristiano debe defender la Eucaristía. Si fuera necesario, con el uso de la violencia. Sí, he dicho de la violencia

En resumen, la sensación de impunidad del malvado crece en España. Y la incapacidad de la policía para defendernos, también. Los políticos le llaman a eso Estado de Derecho o país garantista pero eso es porque ellos van protegidos por un ejército de guardaespaldas. Juan Español, no.

Por su parte, al cristiano se le exige mansedumbre total, ciertamente, pero también la valentía de no callar ni debajo del agua y de defender al débil, si fuera necesario con la fuerza.

Y no sólo al débil: el católico, mismamente, debe defender la Eucaristía. Si fuera necesario, con el uso de la violencia.

Por lo demás, ya hemos dicho en Hispanidad que no es el arma quien mata, sino el hombre que la porta. No digo que la violencia disminuya si se permite el libre uso de armas. Lo contrario de un chinchón en la frente es un agujero en la frente. Lo que digo es que la sensación de impunidad y de inmunidad del malvado crece y que vivir con miedo tan solo es sobrevivir.