Somos materia finita, en cuanto se refiere a nuestras capacidades, incluso a nuestra vida terrena, aunque precisamente en eso, según nuestro Credo, tengo mis dudas. Sin embargo, parece que nuestra osadía no tiene límites. Opinamos de lo humano y lo divino con verdadera ligereza cuando el que más o el que menos se deja llevar por la desinformación de los mass media y de las fake news según nuestros intereses, que es lo que en el fondo -y lo sabemos, aunque duela- nos tranquiliza y hace que nos sintamos miembros de la grey a la que pertenezcamos.

Y respecto a esto de la desinformación, creo que nos encontramos en la cúspide de otra Babel. De otra magnífica torre empeñada por el esfuerzo humano para llegar a tocar a Dios sin esfuerzo, mirarnos cara a cara con Él y tratarnos de tú a tú. El problema es que se nos olvida con pasmosa facilidad cómo termina el pasaje bíblico. Mirémonos cada uno. Veamos qué hay a nuestro alrededor. Saquemos conclusiones del ruido envolvente en nuestra vida... Yo, al menos, estoy ensordecido porque la humanidad cada vez hablamos más alto, muchos ya gritan, y lo hacemos porque pasa como en las películas españolas, que gritan en español al extranjero para ver si se le entiende mejor. 

Unos gritan vida y otros exigen muerte con el aborto y la eutanasia; unos exigen paz y otros hacen la guerra

Una torre de Babel con verdaderos ingenieros que dirigen la construcción a una plantilla de obreros que vamos y venimos enloquecidos huyendo de la planta baja, queriendo trabajar en las más altas para ver cómo se ve el mundo, para ser los primeros en tocar a Dios. No somos más que una mole humana maniquea, que todo lo tergiversa a su antojo, a nuestra comodidad. Y los ingenieros dan órdenes, cada una las suyas, mientras unos gritan globalización, otros reclaman identidad; unos piden homosexualismo y otros reclaman naturalidad; unos pueden ser padres y otros compran la paternidad; unos gritan vida y otros exigen muerte con el aborto y la eutanasia; unos exigen paz y otros hacen la guerra... ¡Y mientras, la torre de Babel del siglo XXI sigue creciendo!

En esta Babel también está la Iglesia. Católicos contra católicos. Católicos de los de misa, no de los de estadísticas, que al fin y al cabo son almas ignorantes del mal sin saberlo, y por eso tienen menos responsabilidad. No, me refiero a esos católicos de espíritu crítico que se atreven a decir lo que el Papa debe decir, qué hacer, con quién ir, y eso ya es viejo. Muchos fariseos, también dieron consejos a Cristo sobre no comer ni curar en sábado, ni relacionarse con prostitutas ni pecadores. Era un sentido de la crítica que se ajustaba a lo que ellos querían, quizá por tradición -o por maldad-, pero esos prejuicios evitaban que llegaran a ver que aquel hombre de lengua intrépida, hijo de un vulgar carpintero... ¡Era Dios! Y menos mal que no hizo caso el Señor, ¡porque qué hubiese sido de nosotros!

Cualquier crítica al Papa genera separación y la separación atenta contra la Iglesia, contra el Espíritu Santo y la palabra del mismísimo Jesucristo

En efecto, estamos ante una crisis de las buenas, la que tenemos en el seno de la Iglesia, porque atenta directamente a su unidad. Tener una cabeza en lo más alto, un representante de Cristo en la tierra es una gran ventaja de unidad respecto a otros. No es baladí, no señor, tener a un Pedro que haga cabeza, entre otras cosas porque lo dejó dicho, mandado e indicado de forma explícita el mismo Cristo, no lo dijo como otras cosas de las que hablaba y que eran solo para unos pocos, para los que tuvieron oídos para oír (Mateo 13, 1-9). Cualquier crítica al Papa genera separación y la separación atenta contra la Iglesia, contra el Espíritu Santo y la palabra del mismísimo Jesucristo. Cualquier separación procura la destrucción, la corrupción, y si no, que se lo digan a los ortodoxos con cuatro patriarcas. Para qué hablar de los protestantes... El Papa es signo de unidad y nos debemos a él, nos caiga mejor o peor, dígalo como lo diga. Porque diga lo que diga, nunca, ningún Papa, ha ido en contra de la doctrina y la naturaleza sobrenatural de la Iglesia, que esa es la seguridad de nuestro camino.

El punto 140 de YouCat habla sobre la estructura de la Iglesia, de que es jerárquica y no democrática. Esto es tan radical, porque no es una organización proveniente de los hombres, sino de Dios y es a través de Pedro -el Papa-, como nos llegan las indicaciones. Por lo tanto, también nos habla de infalibilidad y como consecuencia trágica para los que se distancian de él, de herejía, que supone dudar o contradecir al Papa. La herejía, en esencia, es el pecado contra el Espíritu y la Doctrina de la Iglesia. Cuando los católicos dicen que el Papa Francisco es tal o cual -prefiero no dar citas-, porque lo que dice no les gusta, no se dan cuenta pero en realidad están afirmando varias cosas, cada cual más peligrosa: 1º que creen saber más que el Papa, y por lo tanto que también Dios se equivoca; 2º que la Iglesia es como una comunidad de vecinos con votaciones, grupitos y tendencias... 3º Que no saben que alimentan y colaboran seriamente con el mal, y que ayuda a profundizar en la ignorancia de muchas personas alejadas y otros muchos cristianos confundidos. 4º Que promueven el desorden en el seno de la Iglesia, la casa del Padre, la casa común. 

Muchos olvidan que el Papa, no tiene por qué ser simpático, ni guapo, ni alto, ni joven, ni tan siquiera santo... Lo que tiene que ser fiel a su llamada. Y para esto requiere de la fidelidad y de los fieles, de la oración de todos y de morderse la lengua antes que hablar mal de la cabeza visible de Cristo en la tierra. Y en esto, a todos nos va mucho, no lo olviden.

Benedicto XVI, ultimas conversaciones (Mensajero) Peter Seewald. El periodista Seewald recoge las conversaciones de antes y después de la dimisión de Benedicto XVI. Hablan de muchos temas relacionados con su tiempo de pontificado, cosas que saltaron a los medios públicos y otras menos conocidas. Pero si hago hincapié en este libro es, precisamente, por la parte que trata de los retos que el cristiano debe afrontar en estos tiempos posmodernos donde la fe se ha reblandecido y que otros han convertido en un fundamentalismo religioso que en muchas ocasiones tira piedras sobre su propio tejado, es decir, sobre la cúpula de San Pedro en el Vaticano.

Tercer milenio cristiano (Grafite) Vicenzo Brosco (dir.) y varios autores. Un libro que habla de retos, que nos enfoca la realidad que viene y que de alguna forma nos propone un cambio de actitud, un pensamiento más reflexivo sobre el mundo en que nos ha tocado vivir. Es una obra magna que se ajusta a los cometidos que este principio de milenio acosa al cristiano, desde la secularización de la cultura hasta la división de ideas y el todos contra todos que afecta también a la estructura y jerarquía de la Iglesia. Especialmente los laicos debemos tomar conciencia de nuestro valor en la Iglesia y en el desarrollo del mundo.

Esperanza para el mundo (Homolegens) Raymond Leo Burke. El purpurado estadounidense habla su nombramiento como prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y se manifiesta “muy orgulloso de haber estado al servicio de la Curia Romana, incluso en los momentos en que algunos escándalos salieron a la luz debido a los errores y pecados de algunas personas”. Añade también: “Es muy bonito trabajar al servicio de la Curia Romana. Me duelen las caricaturas que se hacen de ella: un grupo de hombres ancianos viviendo en un mundo irreal o un grupo de sacerdotes ambiciosos para los que el bienestar espiritual de los fieles no tiene ninguna importancia”, defiende, al tiempo que añade que es imposible hacer un trabajo real en la Curia Romana sin un fuerte sentido de la salvación de las almas.