Hernani, localidad gobernada con mayoría absoluta por Bildu, en una comunidad que presume de la casi inexistencia de supuestas fuerzas políticas xenófobas y racistas, ha sido el escenario de un enfrentamiento entre abertzales y magrebíes, durante las fiestas de San Juan, al grito de “gora ETA militarra”.

Lo novedoso, aunque cada vez va a ser menos novedoso porque ya estamos viendo en muchos otros lugares brotes en ese sentido, es que al ser herido por magrebíes algún joven de la localidad se desató una ola de violencia contra los magrebíes responsables del suceso y quizá también contra otros magrebíes que simplemente pasaban por allí de casualidad.

Se pregunta Navarra Confidencial ¿cómo entonces la multitud que vota Bildu y cuelga banderas gays se lanza a linchar magrebíes? ¿Es entonces todo una farsa? En cualquier otro lugar, toda esa gente, ¿cómo llama a una multitud intentado linchar a unos magrebíes? Lo que desde luego no se puede pasar por alto es que la masa que intentaba asaltar el ayuntamiento para linchar a los magrebíes no coreaba a Franco ni a la extrema derecha sino a la ETA, como si tuvieran perfectamente claro que es la organización a la que recurrir para resolver el problema de matar o expulsar a la gente de dentro a la que no se acepta, o la encargada de matar a la gente de fuera.

Se repite pues en el País Vasco la situación de Cataluña donde Jordi Pujol, recién terminada la transición a la democracia, y cuando ya existía presión migratoria, se negó a aceptar hispanos en Cataluña. Los hispanos hablan español y su objetivo consiste en conseguir la nacionalidad española. Mejor paquistaníes, un país que exporta terroristas pero eso no importa: no corren el peligro de hispanizarse.

En el País Vasco, simplemente, cambiaron paquistaníes por magrebíes.